Sin lugar para los débiles fue una buena película, basada en un libro de Cormac McCarthy, autor cuya obra es retomada nuevamente por John Hilcoat, el director de La Carretera. Desconozco la calidad literaria de McCarthy, pero quienes gustaron del film de los Cohen no deberán ver este nuevo film como su allegado. No obstante, se asemejan en dos puntos, los paisajes desérticos y la sensación constante de vivir al límite: la muerte puede llegar en cualquier momento.
Esta vez, el mundo está por terminar, quién sabe por qué, aunque es un tema tan de moda, que no hace falta que se exponga teoría alguna, cual película de zombies. El apocalipsis encuentra a un padre (Viggo Mortensen) y su hijo (Kodi Smit-McPhee) vagando por el desolado y gélido territorio terrestre. Como ellos, otras pobres almas buscan sobrevivir, cayendo en atrocidades sociales como el canibalismo o el vandalismo... prácticamente una guerra civil de la miseria y las más bajas -o más elementales- pasiones humanas. La pareja protagonista busca el mar, allí debería haber, aparentemente comida, y en el recorrido se cruzarán con distintos personajes (uno de los cuales interpreta Robert Duvall), frente a los cuales habrán de posicionarse y descubrir sus propios sentimientos tras diez años de total destrucción y padecimiento.
No cabe duda que el tratamiento de los paisajes y el aspecto de los actores -sumado a un montaje que incluye flashbacks que genera suspenso- son clave en este film. Ahora bien, podemos preguntarnos de qué sirve todo esto, más que para sentir dolor y angustia. Las reflexiones por parte de los personajes son demasiado estadounidenses (como corresponde, quizá, a lo que pretendía McCarthy en su libro) y bastante predecibles para el sentido común. Hay muy pocos más allá, y el más acá es, definitivamente, cursi. El amor entre un padre y un hijo puede ser conmovedor y sincero, pero no está reflejado sino en una serie de escenas dramáticas que sólo son pinceladas de ese mensaje trillado.
El espectador que tenga deseos de padecer durante 111 minutos, puede ir a ver La Carretera. Porque no es más que eso, una seguidilla de situaciones horrendas. Vale, llevadas adelante con la crudeza correspondiente, aunque ¿con algún objeto?. Sí... también está Charlize Theron por ahí, algo extremista. Pues si el director y el guionista intentan que reconozcamos que "los niños son el futuro", podían ahorrarse tanto presupuesto y encargarse de los niños hambrientos de hoy. ¡Quizá los zombies venían de maravilla! Al menos, se hubiera obviado -o hubiera adquirido- la profundidad emocional e intelectual que la pelicula cree tener, de la que, en realidad, carece.