Cada vez son más los realizadores argentinos que se arriesgan con el género de terror, que tiene sus reglas y riesgos. En este film de los hermanos Mariano y Enrique Dawidson, la idea de llevar a una pareja a una casa extraña, con abandono a cuestas, muebles tapados con sábanas, ventanas tapiadas, plásticos como separadores de ambiente y otros muy buenos recursos de ambientación, no se termina de redondear debidamente. Ese punto de vista atractivo, en el guión de Dieguillo Fernández, Mariano de Rosa y Alberto Fasce, no tiene un desarrollo que acentúe los lados misteriosos y siniestros de una historia con apariciones fantasmales y posesiones. Quedan interrogantes lógicos que dentro del género fantástico ayudan a que avance el film, que aquí no se explotan. Mike Amigorena juega bien su rol de hombre encantador que por momentos siente que lo habita el mal y Leonora Balcarce es una buena elección con su belleza lejana y su necesidad de lógica. Un entretenimiento para los amantes del género.