Detrás de las paredes
Lewis (Owen Vaccaro) es un niño huérfano que tras la muerte de sus padres se muda a la casa de su tío Jonathan (Jack Black). Pese a que todo parece normal, ese hogar, su tío y su vecina, la señora Zimmerman (Cate Blanchett) esconden un secreto: son magos. Cuando Lewis se entera hará todo lo posible para adentrarse al mundo de la magia, pero no todo es alegría en ese extraño hogar. Un desesperante tic-tac de un reloj resuena por las paredes de la casa que inquieta al pequeño y a su tío, lo que lo lleva a intentar descubrir los misterios ocultos que estarán involucrado con el fallecido mago Isaac Izard (Kyle MacLachlan), antiguo compañero de Jonathan. Sus descubrimientos desembocan en un reloj oculto que puede provocar la destrucción del mundo si no logra detenerlo a tiempo.
La casa con un reloj en sus paredes logra destacarse en tres aspectos. El primero y más obvio es el nivel actoral de Jack Black y Cate Blanchett que logran generar una gran química con dos personajes con personalidades tan opuestas. La segunda es en lo visual. Por un lado, la ambientación de los años 50s y por el otro los efectos especiales tan bien logrados. Por último se destaca la fantasía, el terror juvenil y toques de humor presentes que forman un equilibrio entre estos estilos.
El punto flojo se encuentra en la tardía llegada al punto de conflicto, estirando bastante todo lo previo, incluyendo algunas escenas repetitivas que no aportan a la trama y otras habladas por demás.
Es inevitable, a pesar de varias diferencias, asociar la historia de La casa con un reloj en sus paredes con la saga de Harry Potter, sobre todo por las características del protagonista, un niño huérfano, que intenta convertirse en mago. Sin embargo, hay que rescatar que esta película esta basado en una novela homónima publicada por el autor John Bellairs en 1973 (2 décadas y medias antes de la saga de J.K. Rowling) como el comienzo de una saga de libros que la lleva mas de 12 volúmenes.
Quien se encuentra detrás de cámara es el director Eli Roth que, con más o menos éxito, quiere demostrar que puede encargarse de un amplio abanico de géneros al tener en su haber películas de terror como Hostel (2005), de acción como Deseo de matar (Death Wish, 2018) y ahora de una fantasía dirigida a espectadores infantiles.
La casa con un reloj en sus paredes es una película ideal para que los más chicos comiencen a adentrase al mundo del genero de terror en un marco fantasioso y con el humor acorde para llamar su atención.