Basada en la novela de John Bellairs, "La casa con un reloj en sus paredes", es un antecedente tardío de las adaptaciones de novelas fantásticas infantiles sin mucho nuevo que aportar, tampoco mucho que reprochar. Año 2001, el boom literario del momento escrito por J. K. Rowling, finamente estrenaba su primera película "Harry Potter y la piedra filosofal".
El éxito de la novela, y de la posterior película nos traería una nueva moda. Incontable cantidad de libros con niños protagonistas descubriendo mundos fantásticos; incontable cantidad de adaptaciones cinematográficas de estas historias, de antes y de después. Hasta una productora, Walden Media, que pareció especializarse en eso.
Digamos, hasta la llegada del nuevo boom, el salto de edad, las adaptaciones de novelas fantástico-románticas adolescentes a partir de "Crepúsculo". A diecisiete años de aquel boom hollywoodense, aparece en cartelera "La casa con un reloj en sus paredes", clara deudora de ese cine. Basada en la novela homónima que John Bellairs escribiera en 1973, y que dio inicio a una serie literaria protagonizada por el personaje principal de esta película, más uno que aquí sólo se presenta, su amiga Rose Pottinger.
¿Qué puede distinguir a "La casa con un reloj" en sus paredes del resto de películas de aquella moda? Los más cinéfilos podrán hablar del sello de calidad que le otorga la productora de Steve Spielberg, Amblin; pero principalmente los comentarios apuntan a su director, el hasta ahora sólo conocido por cine de género ligado al gore (tiene films de acción y suspenso, siempre muy sangrientos y de calificación original R) Eli Roth.
¿Cómo abordaría un director de cine de terror una película de tono infantil? ¿Es esto una novedad? Para quienes se pregunten lo segundo, les recomiendo correr ya a ver algo de Joe Dante o John Landis, y son los primeros dos célebres apellidos que vinieron a mi cabeza.
Lo cierto es que a Roth, famoso por el hito de la porno tortura "Hostel", últimamente la fortuna no le estaba sonriendo, "Knock Knock" es de esas películas que en el cable recortan un poquito y se eternizan en la programación de la tarde, y "The Green Inferno", levantó más polvareda antes de su estreno que luego de su presentación oficial festivalera.
Su versión de "El vengador anónimo" estrenada este año, algunos la catalogan como lo peor de 2018: el público casi no la vió. Entonces, a probar suerte en otras aguas!
Son los años ’50, Lewis Barnavelt (Owen Vaccaro) se dirige a casa de su tío luego de sufrir la muerte de sus padres en un accidente. Jonathan (Jack Black) es el tío en cuestión. Un hombre excéntrico, histriónico (sino no sería Jack Black), dueño de una mansión gótica tan peculiar como su dueño. A su lado vive la Señorita Zimmerman (Cate Blanchett), que mantiene una cosquillosa rencilla con Jonathan.
Se insultan inocentemente, pero a la vez se admiran y hacen compañía.
Como se pueden imaginar, Lewis es el típico outsider. Nunca queda demasiado en claro que sea un ratón de librería, sí se lo nota (no exageradamente) retraído. Lo cierto es que en el colegio lo rechazan, y sólo se hará con la amistad de Woody (Braxton Bjerken) un chico que aspira a ser el presidente de la clase. De inmediato, Lewis nota cosas extrañas en la casa, además de mucho secreteo entre Jonathan y Zimmerman. La verdad no tardará en llegar.
Jonathan y Zimmerman son magos, los objetos de la casa tienen vida, y la misma casa está hechizada. Un tercer mago ex compañero, Isaac Izard (Kyle McLachlan) sufrió una conversión a la magia negra, por lo que debió ser derrotado luego de realizar un terrible hechizo. Antes de morir hechizó el lugar y escondió todo el poder para torturar la tranquilidad de Jonathan en un reloj (¿Peter Pan estás ahí?) del que nadie sabe su ubicación dentro de la mansión.
Jonathan le irá enseñando a Lewis (que ni siquiera se sorprende mucho ante la existencia de lo paranormal) los primeros trucos para convertirlo en el legado de la magia. Toda esta larga explicación, prácticamente el espectador la sabe a los diez minutos de iniciado el film, lo que queda es ver cómo sucede, y el camino de Lewis. De hecho, el guion escrito por el televisivo Eric Kripke ("Supernatural", "Timeless") parece más el piloto de una serie de Tv al estilo "Sabrina", o "Charmed" – para niños – .
En efecto, La casa con un reloj en sus paredes no desborda en originalidad, tampoco es que hace demasiado esfuerzo por lograrlo. Todos los elementos del post Harry Potter están ahí. Jack Black, y en especial Cate Blanchett serán lo mejor de la propuesta, a puro talento y carisma. Black ya se probó en este tipo de películas (como la más lograda "Escalofríos") y aquí repite sus típico personaje con buenos resultados.
Por la ambientación de no podemos verlo tocando la batería ni la guitarra eléctrica, pero tiene un saxo. Blanchett es tan talentosa que hasta con un doblaje al castellano se nota que actúa de maravillas.
El jueguito entre ambos es lo que distinguirá a esta propuesta. Kyle MacLachlan tarda en aparecer, pero cuando aparece están querible como siempre. Otro buen aporte. Los niños están bien, tienen carisma; al igual que la gran mayoría de los niños de estas películas. Cumplen. Finalmente, el toque Roth quedará apenas para algunas secuencias sobre el final de la película, algo de terror pasteurizado, y poco más.
En realidad, lo suyo es más piloto automático que otra cosa. La nombrada "Escalofríos" (que el mes que viene estrena secuela) tuvo mejores resultados en esto de meter terror para chicos; y ni que hablar de los "Gremlins" revulsivos de Dante.
Lo que distingue a un maestro como el director de "Pequeños Guerreros" de alguien tan promedio como Roth. Sólo el éxito dirá si "La casa con un reloj en sus paredes" fue el inicio de una nueva franquicia, o es otro intento infructuoso (que los hubo más que aciertos). Con la muestra de este primer film, no es mucho lo que hay para que quede en la memoria popular, ni siquiera para odiarla.
Se deja ver, los chicos la pasan bien, los adultos más o menos también; no mucho más.