Extraña propuesta ¿para chicos? a cargo del director de Hostel y Knock knock, Eli Roth, que deja el festival de crueldades para mayores por una apuesta en la que la magia -negra- se cruza en la vida del niño protagonista. Huérfano, solitario y nerd, el pequeño Lewis, aficionado a los diccionarios y las palabras difíciles, tiene que ir a vivir con su tío, el excéntrico Jonathan (Jack Black, robándose el show as usual), ocupante de la casa encantada del pueblo, que comparte con su amiga y socia, Florence Zimermann (la extraordinaria Cate Blanchett). La casa no sólo está encantada sino que guarda secretos oscuros, como irá averiguando Lewis, mientras supera el terror inicial y comienza a desarrollar un vínculo con su nueva y extraña familia. Los hechizos, además, tienen origen en el dueño anterior de la mansión, un mago tan famoso como siniestro (el lyncheano Kyle MacLachlan, todos de pie).
Es en esos vínculos, y en la relación entre Black y Blanchett, están algunos de los mejores momentos de esta mezcla de comedia negra familiar y pequeño film de terror para chicos. A ver: no muy chicos, porque se van asustar en serio, con algunas secuencias que incluso parecen algo pasadas de rosca en el nivel de truculencia, teniendo en cuenta el target. La casa con el reloj en las paredes no ofrece grandes novedades, y aunque es visualmente atractiva, con efectos impecables, parece deudora de un puñado de referencias que vienen inmediatamente a la cabeza, y a las que en muchos casos guiña directamente, de Harry Potter a Miss Peregrine. De todas formas, la gracia de su elenco y la humanidad que transmite esta curiosa especie de familia Adams llevan el relato a buen puerto, con buen humor y terror.