¿Cuántas veces nos pasó decir “esa película ya la vi”? Bueno, eso es exactamente lo que me ocurrió mientras miraba La casa de al lado. Uno piensa que la talentosa Jennifer Lawrence podría elegir mejor los proyectos en los que participa y evitar las películas de terror/suspenso que evidencian ser genéricas incluso desde el título original (House at the End of the Street), pero esto deja en claro que no es así. Un argumento remanido y demasiado esfuerzo puesto en que el film sea visualmente atractivo en vez de crear un buen guión hacen que la cinta sea insalvable incluso con Lawrence en casi cada cuadro de metraje.
Elissa (Jennifer Lawrence) y su madre Sarah (Elisabeth Shue) buscan comenzar una nueva vida luego del divorcio que dividió a la familia y para eso encuentran un lugar “tranquilo” en un pequeño pueblo de Pennsylvania. Una hermosa casa ubicada en medio de un bosque a un precio muy accesible parece demasiado bueno para ser real, pero el motivo de la baja cotización se debe a que años atrás, en la casa contigua, ocurrió un horrible doble parricidio por parte de una niña que desapareció luego del crimen. Poco después, una vez que Elissa y Sarah comienzan a socializar con los vecinos, sabemos que esa casa no se encuentra deshabitada sino que allí vive Ryan (Max Thieriot), el único miembro restante de la familia que sobrevivió por estar en casa de su tía al momento del asesinato.
Elissa es una alguien que, según su madre, tiene tendencia a sentirse atraída por chicos emocionalmente dañados y por ese motivo entabla una relación con Ryan, el chico perturbado y vulnerable por lo ocurrido con su familia que cumple todos los requisitos para llamar la atención de Elissa. Ryan es excluido socialmente por la gente del pueblo e incluso Sarah se opone a que su hija esté con él, pero Elissa hará caso omiso a todo eso y a partir de allí es cuando la historia comienza una espiral descendente de la cual no saldrá jamás. El director Mark Tonderai utiliza todos los clichés habidos y por haber en el manual del género de terror y mediante la manipulación del sonido crea “sustos baratos” que lejos están de lograr sobresaltar a los avezados en el género.
El elenco hace lo mejor que puede ante un guión pobre y con muchos “huecos argumentales” que resulta insalvable. Lawrence es todo lo que debería representar una heroína: fuerte, inteligente e independiente, aunque las virtudes de su personaje no hacen más que resaltar los problemas de la trama que se vuelve cada vez menos verosímil incluso para los flexibles parámetros del terror y el suspenso. Max Thieriot también supo transmitir la vulnerabilidad y desdicha que requería un papel clave para el desarrollo de la historia.
En resumen, La casa de al lado termina por ser previsible así como genérica y remanida, pero además comete uno de los peores “pecados” que es desaprovechar a una magnífica actriz en ascenso como Jennifer Lawrence. Mi consejo es: manténganse alejados de esa casa.