Casas malditas para alquilar o vender
Todos (y todas) sabemos que una casa donde sucedió una masacre o crimen violento baja notablemente su precio para compra o alquiler. Incluso afecta el valor de las propiedades adyacentes. Aunque seriamente no sabemos si lo anterior se aplica a la realidad, es una regla clásica de las películas de terror. Además, mejor si la casa está ubicada en medio de la nada o por lo menos cercana a un bosque. Quienes haya visto algunos ejemplares del género sabrán más o menos qué va a suceder: o hay fantasmas o se materializa una vieja leyenda urbana justo cuando se acaban de mudar los protagonistas. Entonces una propuesta como La casa de al lado nos obliga, en principio, a pensar “¿en serio van a intentar este argumento otra vez?”. El póster. Silencioso, nos responde: y sí.
Nos enteramos rápidamente que en la casa vecina a la que se mudaron las protagonistas sucedió un asesinato terrible: una niña mató a sus padres, pero su hermano sobrevivió porque estaba viviendo en otro lugar cuando todo sucedió. El rumor o leyenda que se dispersó por el pueblo es que esta niña desquiciada aún vive en el bosque y merodea por ahí con sed de sangre.
La principal diferencia entre La casa de al lado con un 90 % de las películas de argumento similar es que cuenta en el reparto con dos actrices de reconocido talento: Elisabeth Shue (Jennifer en Volver al futuro 2 y 3, Los secretos de Harry, entre otras) y Jennifer Lawrence (Lazos de sangre, La doble vida de Walter, Los juegos del hambre y un largo etcétera). Madre e hija respectivamente, quienes al comienzo parecen sostener el evidente bofe propuesto por Mark Tonderai. De hecho, hay una interesante (no brillante) construcción de la relación madre/hija, tangible por ejemplo en un montaje paralelo donde se muestra la reacción de cada una en respuesta una misma situación. Sin dudas un momento filmado con gracia, algo de sentido del humor, buen ritmo y posiblemente lo mejor en un contexto bastante pobre.
Lamentablemente, el peso de la convencionalidad y torpeza del guión cae sobre la historia y cualquier cosa que puedan hacer estas actrices resulta insuficiente para dejar pasar por alto estas fallas. Shue es sólida; y Lawrence tiene fotogenia, talento, curvas y hasta canta con dulce voz en este film, pero no alcanza. De repente, Tonderai nos quiere recordar que La casa de al lado es un film de terror, y entonces nos aturde con violinazos mentirosos, sustos de cabotaje o una luz prendida en una casa donde no debería vivir nadie, todo subrayado por un estruendo guarango.
La casa de al lado es entonces dos películas: un drama adolescente medio y una de terror mala. Con respecto a la “sección terror”, vale mencionar un buen momento, con alta tensión (ATENCIÓN, A CONTINUACION SE CUENTAN DETALLES IMPORTANTES DE LA TRAMA): es cuando descubrimos que la niñita asesina y loca está viva, encerrada por su hermano en el sótano del sótano de su extraña casa. Se escapa desquiciada, casi poseída, y va corriendo a la casa de la protagonista, seguramente para matarla (aunque no sabemos por qué). Esa corrida por el bosque es un momento de esperanza para quien está mirando, pero no se engañen: la resolución torpe y los ridículos giros en la trama acaban con cualquier posibilidad de redención de La casa de al lado.