El secreto del vecino
La sensación que deja esta película es de pena. Y genera esto porque la trama en realidad tiene un giro interesante hacia el final, que no es lo que se esperaba en un principio. Sin embargo, el manejo de la intriga es demasiado fallido, hay mucha repetición, y ese intento de originalidad se desdibuja al punto de no resultar suficiente.
Elissa (Jennifer Lawrence) y su madre, Sarah (Elizabeth Shue), se mudan a un barrio de enormes casas en pleno bosque. En la más cercana a la de ellas, cuatro años antes, una chica asesinó a sus padres, y desapareció. Actualmente allí vive el hermano varón, Ryan (Max Thieriot), el único sobreviviente de esa familia, o al menos eso se supone.
Desde que se instalan, empezarán a desfilar en la pantalla los consabidos clichés del género: noches oscuras, espesura lindante, casas de ventanas y puertas de fácil apertura, ruidos extraños, y la curiosa protagonista, que pasa las noches sola a causa del trabajo de su madre, con quien no se lleva muy bien.
Este film no aporta ninguna novedad como thriller, y por momentos parece una película de adolescentes más, con actuaciones poco exigidas, pero correctas. Lo que falla es el manejo de los tiempos fílmicos, como para atrapar al espectador desde el comienzo, seducirlo a través del manejo de indicios ofreciendo una mínima solidez argumental, un proceso muy distinto a lo que se ve aquí, que es el vuelco de todos los recursos en los últimos veinte minutos.
El problema entonces, es que la buena resolución de la trama es a costa del aburrimiento que debe atravesar la audiencia durante la primera hora, y un poco más. Realmente un precio demasiado alto.