Lo central en La casa de los conejos es la mirada a través de la cual se cuenta esta historia. La Historia es una narración hecha desde algún punto de vista. Incluso desde varios. El lugar desde donde se mira siempre existe, aunque se quiera disimular para ocultar intenciones o intereses. Laura, la niña desde cuya perspectiva vemos la historia de una célula revolucionaria durante los tiempos de represión militar, mira desde su pequeña estatura, pero también desde la infancia. Y desde allí habita ese mundo con la naturalidad y el compromiso que le permiten sus pocos años.
La casa de los conejos fue una de las casas seguras donde vivieron y desarrollaron sus actividades militantes de una de las organizaciones político militares, nacidas en la resistencia contra las dictaduras argentinas. En esa casa nació Clara Anahí, hija de Diana Teruggi y nieta de Chicha Mariana, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. Allí llegó con ocho años Laura, una niña que vivió el proceso de lucha de sus padres, conviviendo con armas, embutes, discusiones políticas y organización de operativos. Con su padre preso y su madre buscada por las fuerzas militares, Laura vivió en una realidad absolutamente extraña a las infancias tradicionales, pero totalmente naturalizada en su contexto.
Valeria Selinger adapta la novela homónima de Laura Alcoba respetando el punto de vista de quien fuera esa niña, y logra un relato que desromantiza la infancia y esquiva también una mirada épica sobre la lucha de esos adultos. Simplemente asume esa realidad y fluye por ella con los recursos y las debilidades de una niña. “Mi padre y mi madre esconden ahí arriba periódicos y armas, pero yo no debo decir nada. La gente no sabe que a nosotros, sólo a nosotros, nos han forzado a entrar en guerra. No lo entenderían. No por el momento, al menos”, escribió Alcoba en la novela y Selinger lo cuenta así, con hechos concretos, sin juicios ni epopeyas.
De vivir con sus padres a pasar un tiempo con sus abuelos, Laura va de a poco entrando en ese mundo de clandestinidad, cambios de nombre y abandono de toda relación con el mundo externo. Ella mira lo que va pasando, pregunta y vive con ello, sin más. Tomando la leche con pan y manteca mientras a su alrededor un grupo de adultos prepara las armas para un operativo militar. El logro de la película es que en esa mirada se condensan las nuestras. Aquel espectador que acepte mirar a través de los ojos de Laura podrá ir más allá de la mirada adulta, habitualmente cargada de prejuicios. El cine, como pocas artes, nos permite hacerlo.
LA CASA DE LOS CONEJOS
La casa de los conejos. Argentina/ Francia/ España, 2020.
Dirección: Valeria Selinger. Intérpretes: Darío Grandinetti, Miguel Ángel Solá, Silvina Bosco, Patricio Aramburu, Paula Brasca, Federico Liss, Nahuel Viale, Guadalupe Docampo, Verónica Schneck y Mora Iramain Garcia. Distribuidora: Cine Tren. Duración: 94 minutos.