Un oficial de policía y un psicólogo investigan la muerte de cinco personas que murieron al tratar de convocar a los fantasmas, en las que hay un sobreviviente, testigo en shock post traumático sobre lo ocurrido, y luego sabremos que hay dos desparecidos más, uno la novia de éste, el segundo el ex novio de ésta. Esta claro, pues es lo único claro del texto. Broma.
Esta podría ser denominada como una especie de sinopsis agrandada de esta producción que se encuadra en el género del terror, pero pretenciosa.
La conjugación de las acciones en dos tiempos diferentes logra, y es de destacar, darle algo de ritmo a la cinta: por un lado la investigación que lleva adelante el detective Mark Lewis (Frank Grillo), por otro vemos en imágenes la historia que John (Dustin Milligan) le cuenta a Elizabeth Klein (María Bello), la novia psicóloga del detective, por supuesto.
Todo esto ocurre en una locación maldecida por hechos similares ocurridos 20 años antes, entonces tenemos claramente, y al toque, la estructura de “La mansión embrujada” (2003), con los elementos propios de convoquemos al demonio tipo “Ouija” (2014), mediante una ronda de imbéciles rezando ¡vaya uno a saber que diablo nuestro!
Un filme que tiene en los últimos años cientos de versiones, con pequeñas modificaciones, donde la vedette del susto es el exabrupto auditivo, el sonido exagerado, no así los diálogos, decirles infantiles es insultar a los niños, estética y narrativamente desde la estructura es algo que vimos miles de veces
Nadie dice ser quién es, nadie es quién parece ser, no todo lo que reluce es oro, todos son engañados cual pueblo por políticos que prometen.
Lo que realmente mete pavor es su final abierto. Una continuación depende de la recaudación, me encomiendo a Dios, siendo agnóstico. ¡Vade retro Satanás!