Más demonios y cámaras caseras
Hay un film que es el culpable de todo esto, se llama Holocausto caníbal (Ruggero Deodato, 1980) y es la que encendió la llama del falso documental de terror. La casa del demonio no sólo pertenece al mismo -ya podemos decir- infame subgénero, sino que comparte la misma estructura que el film de Deodato. Esto es, una película sobre las personas que encuentran un material fílmico que el espectador también ve.
En La casa del demonio unos policías encuentran, en una escena del crimen siniestra de asesinatos múltiples, una cámara un poco deteriorada que registró evidentemente los hechos, y un sobreviviente. A partir del interrogatorio al testigo y del material recuperado en la cámara intentarán resolver el crimen delante de nuestros ojos curiosos de espectador. Agreguémosle entonces el elemento policial a la ecuación de la película dirigida por Will Canon y producida por James Wan: no negaremos que a priori parece una propuesta interesante, si pensamos además que el elenco es de una segunda línea aceptable de Hollywood (Maria Bello y Frank Grillo), y a pesar de los falsos adolescentes intercambiables que aparecen.
Pero las primeras impresiones son sólo eso, y de a poco La casa del demonio se va develando como un bodrio medio enclenque y flojo de guión. El montaje nos hace alternar entre secuencias de interrogatorio que se diluyen en una tensión demasiado artificial, y unas escenas de cámara en mano que son rutinarias y poco escalofriantes. Todo metido a presión para que finalmente se resuelva en un giro sorpresa arbitrario y absurdo.
Quizás estamos siendo un poco duros para una película de un genero con cierta cantidad amplia de convenciones, que requiere de nuestra credulidad, y si se quiere también de nuestra complicidad. Pero lo cierto es que no estamos ante un disparate como Sharknado (Anthony C. Ferrante, 2013), sino que se trata de una película de terror considerable que se vende a través de algunos méritos conseguidos por James Wan. Es cierto que Wan ha conseguido parte de los últimos buenos resultados dentro de lo producido por el género (La noche del demonio, El conjuro, entre otras) pero no exageremos, no es un renovador del lenguaje ni mucho menos, es alguien con criterio y conocimiento de los detalles esenciales del terror, nada más. De hecho las películas de terror más importantes de los últimos años no tienen que ver con él, hablo de: Posesión infernal (Fede Alvarez, 2013) o Te sigue (David Robert Mitchell, 2014) y también de Babadook (Jennifer Kent, 2014).
En todo caso el James Wan productor es el clásico mercenario que le deja a un director del montón como Will Canon, una idea del montón que pretende reciclar elementos que maneja el cine de terror de hoy: lo demoníaco, los videos caseros, los adolescentes de evidentes 25 años, lo cual termina produciendo nuestro tedio.