El diablo, probablemente, pero no ocurre demasiado
El terror y el policial se combinan en esta producción de James Wan que, en realidad, es una verdadera ensalada de subgéneros del cine fantástico, que ya desde su título intenta darle elementos novedosos a la típica historia de casas embrujadas. La trama empieza con unos jóvenes que creen que es divertido investigar las posibles apariciones en una casa donde, hace años, ocurrieron cosas horribles. Como investigadores de lo paranormal, los jóvenes son realmente brillantes, ya que los fenómenos aparecen al toque. El problema es que lo que sea que apareció los masacra de inmediato, dejando sólo a dos sobrevivientes del grupo en manos de los policías Frank Grillo y Maria Bello, que tienen que averiguar quién provocó la matanza.
Además de largos interrogatorios al único de los dos jóvenes que está en condiciones de decir algo más o menos coherente, la principal herramienta del dúo de investigadores es el material grabado durante el intento de los improvisados investigadores por convertirse en cazafantasmas. EL director agrega un poco de imágenes amateurs propias de las películas de "found footage", otro de los componentes de esta mezcla que, tal vez, tendría que haber optado por darle más énfasis a alguno de los elementes del cocktail.
Es que dada la buena actuación de Maria Bello como la psicóloga de la Policía, y el interés que provoca su personaje, la opción de un policial con toques sobrenaturales habría sido más atractiva para este material, que así como está no aporta mucho al gore ni a lo fantástico, y por otro lado no va a sorprender al espectador con los hallazgos de su intriga detectivesca. Al menos, la película ofrece un puñado de sustos eficaces.