Pura confusión
La ópera prima del director cordobés Hugo Curletto, La casa del eco (2018), propone un viaje a través de la mente de una persona que deambula entre la realidad y la fantasía por un trastorno provocado por el sueño.
Alejo es un arquitecto que el día de su cumpleaños recibe de parte de su padre un extraño regalo: unas tierras situadas en medio de las montañas, de difícil llegada, que están en posesión de la familia desde hace tiempo. Alejo emprende así un viaje junto a su mujer, viaje en que la fantasía y la realidad se fusionarán para nunca saber en qué plano se encuentran los personajes.
La casa del eco es un proyecto ambicioso desde lo narrativo, dotado de tanta pretenciosidad que lo interesante de su idea original se pierde ante los desniveles de un guion confuso, por momentos sin rumbo. A diferencia de otras películas, como podría ser Familia sumergida (María Alché, 2018), que juegan con la fantasía y la realidad, Curletto apuesta a límites tan difusos que la trama derrapa ante situaciones incoherentes, bastantes forzadas desde lo metafórico, donde todo se termina mezclando y nada encuentra sentido y lógica. La idea contrapuesta del deseo de la paternidad y el rechazo a la maternidad es un conflicto atractivo pero que también naufraga ante el abanico de temas propuestos, con subtramas innecesarias que poco suman y confunden aún más.
Pese a esto, La casa del eco es impecable desde lo formal, como también las actuaciones de Gerardo Otero y Guadalupe Docampo, como una pareja con búsquedas e inquietudes tan confusas como toda la película.