Con algo de retraso llega a nuestra cartelera este film de género fantástico del ópera primista Alejandro Hidalgo; y no son pocos los elementos para destacar.
Si de por sí es extraño que llegue a la cartelera mundial un producto de la filmografía venezolana, más aún lo es que sea un film de género, y grata es la sorpresa al enterarnos que se trató de un taquillazo en su país, y recorrió varios festivales acumulando una parva de premios (Incluido el BARS a Mejor Film Iberoamericano) . La conclusión es rápida, es gratificante ver el crecimiento del cine fantástico en la región latinoamericana.
La protagonista indiscutida es Dulce (Ruddy Rodriguez, ex chica Bond en Su Nombres es Peligro) una mujer que en 1981 es condenada a treinta años de prisión luego de aparecer en el piso, ensangrentada, con un espejo roto, su marido muerto y uno de sus hijos desaparecido.
Transcurren esos treinta años y Dulce, ya anciana logra la prisión domiciliaria regresando al hogar donde todo ocurrió. Si dos más dos son cuatro, no hay que ser muy lúcidos para adivinar que los ecos del pasado comenzaran a hacerse presentes, y que nada será lo que parecía en un inicio.
La mayor virtud de Hidalgo es el manejo de los diferentes planos temporales, a lo largo de hora cuarenta minutos, La Casa... fluctuará más de una vez, pero nunca resulta confusa, jamás se le pierde el hilo.
Esos cambios permanentes, entre el pasado y el presente, los giros argumentales constantes, también se sentirán en el tono y el ritmo del relato. Lo que en un principio se avecina como una de terror con pinceladas de suspenso, pronto irá virando al misterio, a las resoluciones fantásticas, nunca abandonando cierto halo de tensión.
De cocción lenta, la historia no se deglute desde el primer momento, va in crescendo, con los datos apropiados y un ritmo que más de una vez puede parecer lento o estancado para luego retomar con fuerza.
De este modo, el director se despega del típico film de casas embrujadas y fantasmas (que sí, en el fondo es eso) entregando una carga dramática similar a films como El Orfanato, en medio de una línea argumental que conjuga varios elementos dispares todos bien resueltos.
Si el film se reciente en algo es en cierta precariedad técnica, propia de provenir de una filmografía no muy fructífera, aún menos en lo que a cine de género se trata. Una fotografía algo oscura, algunos problemas altisonantes de sonido, nada que una mano correcta como la de Hidalgo y su equipo no pueda “tapar” en base a oficio y sentido de las propias limitaciones.
La Casa del Fin de los Tiempos no es un film ambicioso, y quizás sea su mejor arma. Crea un gran clima, permite el lucimiento de protagonista, y viaja por diferentes estilos sin perderse en el camino. Para una ópera prima, proveniente de un país y una región naciente en cine de género, y con elementos acotados, es más que suficiente para llenarnos el pecho de orgullo.