Muchos suelen decir que los primeros minutos de una película son fundamentales para enganchar al espectador y lograr su atención. Es cierto. Pero muchos géneros suelen ser un cliché y para capturar requieren imaginación, frescura y originalidad.
La Casa del fin de los tiempos es la opera prima del director venezolano Alejandro Hidalgo, tuvo una gran taquilla en su país de origen, fue la 6ta película más vista en su país en el 2013 y tuvo una buena recorrida en varios festivales, incluído el BARS 2014, en la cual ganó el el premio a Mejor Largometraje Iberoamericano y estará durante abril en el Festival fantástico de Bruselas. Debo decir que varios prejuicios abordaron mis pensamientos al introducirme en el inicio de las acciones, y no por carencia de dramatismo, sino por una escena con una resolución fantástica que generó dudas.
Los primeros momentos de La casa del fin de los tiempos muestran una escena clave para el desarrollo de las acciones, como sospechamos, y luego se produce un flash-forward al presente, Dulce (Ruddy Rodríguez) vuelve a la casa con custodia, después de pasar varios años en la cárcel y empieza a revivir el hecho que la llevó a prisión. Una historia de una casa embrujada más, sí, pero no por ello poco original. A medida que transcurren las acciones la casa y la película saben atrapar al espectador, Dulce fue arrestada por el asesinato de su hijo Leopoldo (Rosmel Bustamante) y su marido Juan José (Gonzalo Cubero), y el film recrea los hechos sucedidos varios meses antes en la familia, incluido su otro hijo Rodrigo (Héctor Mercado).
Entre el pasado y el presente va el film y la narración de los hechos empieza a mostrar una historia sobrenatural, que logra conmover y dar un giro interesante al narrar las acciones, un thriller que rompe con las expectativas que uno va intentando anticipar y siempre tiene una vuelta de tuerca más para ofrecer. Un guión excelente que sabe encontrar una explicación a un hecho complicado y muchas veces difícil de justificar, no sólo eso, se sostiene también por las actuaciones que logran la empatía de los espectadores.
La frescura invade en todo momento y no solo por el guión, se trata de un film recomendable que logra involucrar al público con lo que ve. El desarrollo de las acciones va claramente de menor a mayor y, si bien el terror es su género, no gana por ese lado, sino por una historia bien fundamentada, a pesar de sus intrincadas vueltas y su desarrollo fantasioso que logra convencer y cautivar con lo difícil que a veces puede ser.