Más situaciones raras que de auténtico terror
Una mujer es acusada de matar a su familia. El hecho sucede en un prólogo que es todo menos contundente. La mujer, llamada Dulce, va presa, y a los 30 es merecedora de una especie de prisión domiciliaria. Ahí empieza el espanto, dado que le dicen que vuelva a la misma casa de los crímenes, dado que por lo menos ahí gozará de "agua y luz eléctrica".
Es que los sabios en cuestiones de cine latinoamericano conocen el axioma acerca de que están las peliculas buenas, las películas malas, y las venezolanas. Lo que se aplica a este opus sobrenatural de Alejando Hidalgo, que empieza como una película de terror más bien convencional al menos si se aíslan sus elementos pintorescos- para luego derivar hacia zonas metafísicas más bien inenarrables, pero no por eso sin interés.
Tal como indica el título, el asunto tiene que ver más con un "time slip" que con la tradicional historia de mansión embrujada, a pesar de que como en "House of Usher" según la versión de Roger Corman la protagonista asegura que la culpable de todo es la casa en cuestión.
La explicación la empieza a esbozar un sacerdote católico que descubre que un inglés, para colmo masón, recorrió el mundo hasta encontrar un sitio específico donde construir una casa como la que da su nombre a esta película.
El film no ofrece muchos auténticos momentos de terror, pero sí varias situaciones extrañas, sobre todo a partir de la mitad de la proyección.