El caso de "La casa del fin de los tiempos"(Venezuela, 2013), ópera prima de Alejandro Hidalgo, es un ejemplo que cuando se quiere plasmar una historia, a pesar de las limitaciones presupuestarias y de realización, y, principalmente, cuando se tiene en claro qué se quiere contar, todo es posible.
Años estuvo Hidalgo para poder conseguir la financiación de "La casa...", siendo el motivo principal la inexistente producción de género en Venezuela y la reticencia de los pocos productores cinematográficos de avalar su proyecto.
Cuando finalmente tuvo el presupuesto debió acotar su historia, porque el primer guión era muy ambicioso ya que juega entre dos tiempos narrativos diferentes, pasado y presente de una mujer que no sabe realmente qué le pasa.
Dulce (Ruddy Rodriguez), la protagonista, es una condenada a vivir amenazada por los propios fantasmas que la muerte de su marido y su hijo le generan a diario, ya que nunca pudo cerrar del todo los hechos que otros le han comentado.
En el arranque Dulce aparece en escena luego de un asesinato. En el piso, ensangrentada, cobra conocimiento y reconoce a su familia muerta a su lado. Años después, anciana, regresa a la casa del crimen, beneficiada por la posibilidad de continuar su condena allí, y será esa misma casona la que nuevamente le dicte sentencia.
Y en ese regreso a la inmensa casa, llena de sombras y de misterios, y de recovecos que ni siquiera ella sabía que existían, Dulce deberá enfrentar sus propios miedos, aquellos que Hidalgo, con habilidad y sutileza, terminará por entremezclar con una trama que evoca momentos oscuros de la historia de Venezuela.
"La casa del fin de los tiempos" juega con el terror, pero termina enmarcándose en el realismo mágico como posibilidad expresiva para poder profundizar en la historia de una mujer que de un momento para otro vio cómo su historia cambió sin comprender correctamente por qué fue que eso pasó.
Así, en la búsqueda del sobresalto como efecto narrativo, o en la utilización de una banda sonora estridente que potencia las escenas de ensoñación y misterio, Hidalgo reafirma su necesidad expresiva y la supera, apoyándose en una correcta interpretación de Rodriguez, que acepta el desafío y se entrega de lleno al personaje.
Hace un tiempo tuve la posibilidad de dialogar con Hidalgo, y en esa entrevista me comentaba su idea de no circunscribirse a un solo género, será por eso que "La casa del fin de los tiempos" no sólo puede verse como un filme de terror, sino que además puede disfrutarse como una una película de suspenso, un filme sobre el drama de una familia, y también sobre cómo la historia pesará en el relato, algo que se revela en un momento clave de la película, y que va generando ciertas repeticiones que permiten que la narración avance y supere cualquier laguna u olvido de este director novel.