La casa Gucci representa una adición decente a esa segunda categoría de la filmografía de Ridley Scott conformada por películas que pueden ser apreciadas en el momento de su estreno y luego quedan en el más completo olvido.
Son producciones que tienen una factura técnica impecable pero las historias que brindan no generan el atractivo necesario para repasarlas en posteriores visionados. Otros ejemplos del pasado fueron Un buen año, Red de mentiras, El abogado del crimen y más recientemente Todo el dinero del mundo.
En este caso la propuesta desarrolla la crónica de los hechos que derivaron en el homicidio del empresario Maurizio Gucci en 1995 y el principal gancho del espectáculo pasa por disfrutar a Lady Gaga en el rol de Patrizia Reggiani.
Una especie de Lady MacBeth de la vida real que fue un catalizador importante en la caída de la dinastía de empresarios italianos, cuyos conflictos internos parecen salidos de una telenovela de los años ´80.
Los hechos verídicos que se narran en el film tienen todos los ingredientes de un culebrón televisivo, donde no faltan la traiciones entre los miembros de la familia, la codicia y los juegos de poder.
Pese a un acento complicado, que por momento remite a una espía rusa, Gaga ofrece una muy buena interpretación dramática que además cuenta con una lograda caracterización física del personaje.
Su labor se complementa muy bien con los trabajos de Adam Driver, Jeremy Irons y Salma Hayek, quienes salen muy bien parados de esta producción. Para variar, Jared Leto vuelve a caer en una de sus "Leteadas" con el fin de brindar la mejor sobreactuación del 2021. En esta oportunidad el genio del arte toma al Fredo Corleone de esta historia, Paolo Gucci, y lo convierte en una especie de Marios Bros grotesco que representa la mirada estereotipada que tienen los norteamericanos de los italianos. El acento exagerado y el modo en que se desenvuelve el personaje no sólo van a contramano del resto de reparto sino que se contrapone con el tono general del film.
En ese sentido La casa Gucci ofrece dos películas en una. El drama que llevan adelante Gaga y Driver se combina con el sketch de Saturday Night Live de Jared que cuenta con algunas escenas desopilantes, especialmente las que comparte con Al Pacino.
Hace unos días la hija de Paolo Gucci manifestó en la prensa su indignación por la payasada que hace el actor en este film y la verdad que no se le puede objetar nada porque el personaje termina siendo una burda caricatura. La gran paradoja de esta cuestión, también es justo mencionarlo, es que sin el espectáculo adicional de Leto, esta producción hubiera resultado un tedio absoluto.
Sobre todo en el tercer acto cuando la trama desplaza a Gaga a un plano secundario para concentrarse en las internas comerciales de la empresa Gucci. Aunque esta propuesta no represente los más destacado de Ridley Scott, quien ya cumplió este año con una gran producción, para quienes no estén familiarizados con este caso mediático la temática de la historia podría resultar un poco más interesante.