Cuando se juntan 5 actores de renombre, un director legendario y una marca con una historia inmemorable, polémica y controversial, se obtiene La Casa Gucci, uno de los estrenos de cine de la semana del 25 de noviembre.
Durante las dos horas y media -demasiado para lo que se quiso contar-, el film se enfocará en la relación entre Maurizio Gucci (Adam Driver), uno de los herederos de la lujosa marca de moda, y Patrizia Reggiani Gucci (Lady Gaga), empleada en la empresa de camiones de su padre. Casándose más allá de las objeciones de la familia de él, es gracias a ella que Maurizio logra entrar a la empresa y así empezar una guerra de poder que tendrá consecuencias catastróficas (no es spoiler, ya que es una historia conocida).
Las expectativas de una película como esta eran tan altas que, al terminar de verla, el espectador posiblemente no se sienta tan satisfecho. El mundo que retrata el director Ridley Scott atrapa al principio, pero aproximadamente en la última hora empieza a hacer agua y deja un sabor un poco amargo.
Está de más decir que el realizador no escatimó en gastos cuando de elenco se trata y es donde mejor se disfruta La Casa Gucci. Lady Gaga puede tranquilamente recibir su segunda nominación como Mejor Actriz Principal por su rol como Patrizia, esta mujer poderosa, ambiciosa y protectora de lo propio a toda costa. Con un acento casi exacto a la verdadera persona, Gaga saca a la italiana pasional que tiene adentro y la lleva perfectamente bien. Más, si a esto se le agrega la calma y la sutileza actoral de Adam Driver, correcto como Maurizio. La combinación es dinamita.
Por otra parte, a sus 81 años, Al Pacino demuestra por qué sigue siendo uno de los más grandes de todos los tiempos. Su Aldo Gucci tiene una presencia y un charm que acaparan la pantalla cada vez que aparece.
Los papeles secundarios de Jeremy Irons, Salma Hayek y Jack Huston dan lo justo, no era necesario mucho más. Sin embargo, quien quiso dar la nota y derrapó fue Jared Leto como Paolo Gucci. Habría estado bien si la película hubiese tenido otro tono, pero lo único que consigue es exagerar el estereotipo italiano y, aunque por momentos entretiene, no está a la altura del elenco que lo acompaña.
Vale aclarar también que varios de los acentos de los personajes suenan bastante extraños, y que por ser personajes de habla italiana, hablan demasiado en un inglés chamuscado. Parece un detalle menor, pero a la larga, el oído no se acostumbra.
La música va al lado del relato, utilizando hits de David Bowie y Blondie mezclado con clásicos de la ópera como La Traviata y Madame Butterfly, ambienta los más hermosos paisajes y las villas del norte de Italia, al igual que enmarca la ropa, tan icónica y lujosa, que intitula el film.
La Casa Gucci tiene su atractivo desde todos los lados, pero al final decae. Lo que no significa que verla en la pantalla grande no valga la pena, y más con semejante elenco.