Ridley Scott se mete de lleno en el universo de una de las más legendarias casas de moda para narrar una historia de ascenso y caída, nada menos que, del amor, con una potente puesta que se apoya en las logradas interpretaciones de su elenco protagónico.
“¿Por qué no te encontré antes”?, le pregunta el tímido y estructurado Maurizio Gucci a una chispeante Patrizia Reggiani, en una de las primeras escenas de House of Gucci, “Porque no buscaste bien”, le responde ella.
Scott decide contarnos ese primer tramo del idilio amoroso, de la explosión sexual, del enfrentamiento de Maurizio con su padre, su salida de la familia, los encuentros esporádicos con otros miembros del imperio, con un tono cuasi de comedia romántica.
Primeros planos, belleza, escenarios lujosos, a lo Pretty Woman, pero con una mujer poderosa y decidida a ir por todo en el centro, nada de prostitutas soñadoras, acá solo hay ambición, pero también amor, porque eso se desprende de cada una de las escenas en las que Maurizio y Patrizia se encuentran.
Luego la traición, la cárcel familiar, el desamor, las discusiones, la ferra decisión de si no es conmigo no vas a estar con nadie.
De aquella comparación con Elizabeth Taylor, a las miradas amenazantes, al miedo de Maurizio por lo que se viene (la escena del resurgimiento de la marca en el desfile con Tom Ford, donde el hombre alucina ver a su ex entre la gente).
Scott, con pericia, pero también con un conocimiento muy claro del melodrama, transforma la historia en un thriller de venganza, en donde, con trazos de Atracción Fatal, esta traición, en todos los sentidos, comienza a tener un acto final tenso, en donde el hecho conocido por todos, será el cierre de un relato vivo, que se apoya en las magistrales interpretaciones de Lady Gaga, Adam Driver, Jeremy Irons, Al Pacino, Jared Leto, y también en Salma Hayek, como esa médium que terminó alimentando la locura de Patrizia.