Verdadera proeza fílmica y expresiva, La casa muda es un film de género muy similar a otros en su tipo y a la vez diferente a todos. Filmada en plano secuencia y en tiempo real con extrema precisión,
el efecto terrorífico es eficaz sin apelar al montaje o efectos visuales. Un mérito que se suma al hecho que la película de Gustavo Hernández es uruguaya, por eso un factor inicial llamativo sea que un film de lanzamiento internacional esté hablado en un más que familiar voceo. Creando una historia ficticia, o no tanto, alrededor de un tenebroso hecho criminal auténtico ocurrido en el país oriental, el film focaliza en una chica que trata de sobrevivir en una oscura casona de campo que oculta un fantasmal asesino. La intensa protagonista Florencia Colucci recuerda a Manuela Velasco en REC y asoman ecos de El proyecto Blair Witch, Actividad paranormal y el tramposo –pero afín- film francés Alta tensión, pero aún así La casa muda es una inteligente pieza que abre una nueva puerta en el género. Rodada con una cámara de fotos, formato en el que ya incursionó el pionero Raúl Perrone con la magnífica La Navidad de Ofelia y Galván, Hernández demuestra una habilidad fuera de lo común para aprovechar al máximo sus escasos recursos, logrando genuino terror y tensión constante. Habrá también alguna trampita, pero el perturbador y bizarramente poético final termina de redondear una pieza formidable.