La vanguardia siempre debe ser recibida con alegría y celebrarla. Los nuevos aires en la creación fílmica, es lo que uno inconscientemente siempre espera, que las películas vayan por más, que los directores sorprendan, que la propuesta sea novedosa. No hay género en donde observar una novedad sea más difícil que en las películas de terror. Un estilo de películas donde ya se ha probado casi todo.
Es sumamente reconfortante sostener que con La Casa Muda (Mención Especial “Opera Prima” Festival de La Habana 2010) el género de terror ha mostrado una nueva cara.
Esta película uruguaya está basada en un hecho real ocurrido en una pueblito del interior del ese país, en la década del 40. El guionista ha escrito esta historia basándose en los reportes y evidencias recolectadas por la polícia. Así se reconstruyen los hechos que sucedieron en esta pequeña casa abandonada en el medio de un campo.
Los 74 minutos que dura la película, son rodados en un solo plano, logrando que el espectador esté también en la casa, siguiendo a Laura mientras la recorre. Terror en tiempo real. Esta cercanía ofrece la oportunidad de asomarnos de una manera más profunda al miedo. La cinta se ha convertido en el primer film de terror en el mundo en ser filmada en su totalidad en plano secuencia y el segundo film de terror en utilizar, también,una cámara de fotos.
El sonido de la película es tenebrosamente perfecto, la dirección de arte ha logrado acondicionar la casa de una forma en la que el miedo y la locura se perciben, también , gracias a la atmosfera visual que han podido crear. Cada objeto colocado en el lugar indicado para ofrecer impacto y acrecentar el clima de suspenso y expectativa que el plano secuencia lleva adelante. La estética de esta película ha sido una pareja perfecta para las novedades en el lenguaje fílmico que presenta. Logra momentos sumamente inquietantes.
Pero no todo es un lecho de rosas. Lamentablemente la película se debilita cuando llega la escena de la explicación de los acontecimientos. El espectador viene de una sensación de sofoco, encierro y varios sobresaltos para llegar a un momento de razonamiento argumentativo que deja muchísimo que desear.
La película vuelve a salvarse un poco en la última escena, que se encuentra pasando los títulos finales, donde podemos ver un excelente simbolismo sobre el enajenamiento y donde el director muestra una vez más su gran (y muy acertada) obsesión para representar el terror de una manera sumamente poética.
El film, quitando algunos aspectos bajos es una excelente demostración de que no está todo dicho en la industria el cine, menos aún en un género cinematográfico. Y que se puede ofrecer, aún hoy, nuevas y originales maneras de jugar con las emociones del espectador y de poder seguir alimentando la obsesión de cualquier amante del cine por la buena estética.