Home Alone
De un tiempo a esta parte, una gran porción del cine de terror ha tomado como forma ideal la narración subjetiva a través del lente de una cámara digital. Como si se tratara de imitar la mirada humana, el movimiento corporal sustituido por la cámara en mano, el fuera de foco constante, la falta de raccord y el montaje a través del corte directo, han sabido multiplicar por doscientos la experiencia del espectador con el verosímil.
Se sabe que si un film está basado en hechos reales, esa aparente realidad hará temblar al espectador. Desde Proyecto Blair Witch, los cineastas del género encontraron en el punto de vista documental su dedo en la llaga de aquel que se sienta en la butaca. Porque no hay peor temor que el sentir (saber) que todo eso que esta sucediendo nos puede pasar (de “verdad”) en cualquier momento. Además, si a esta experiencia le sumamos la narración en tiempo real (no olvidemos el excelente unitario argentino Tiempo Final), el suspenso también se acrecentará.
Cuando hay muy poco presupuesto, el temor y el suspenso, bien narrados, se convierten en las principales herramientas del cineasta clase B. Claro está que como toda fórmula cinematográfica, y como decía Tusam padre, puede fallar.
Entonces nos encontramos con películas olvidables como Actividad paranormal en cualquiera de sus partes o pequeños grandes films como Rec (en su versión original española) o La casa muda (el film uruguayo que acaba de estrenarse en la cartelera porteña y del que vamos a hablar a continuación).
La casa muda es una película chiquita, filmada con una cámara de fotos, con apenas seis mil dólares y en un único plano secuencia. Sin embargo, desde su concepción, y aún con su resultado final, logra superar todas nuestras expectativas. Rápidamente logra aquello que se había propuesto: asustar al espectador, tenerlo en vilo. Con una dirección de arte y una fotografía sucia que acentúa el verosímil en el espectador.
Quizás haya un par de desaciertos (hay problemas de ambientación, de reconstrucción de época, algunos problemas narrativos cuando cambia el punto de vista hacia el final del relato). Sin embargo, la película nos convence y nos asegura que de este lado del mundo también se puede hacer (un buen) cine de género.