Oscuridad no es terror
Antes de su estreno, a La casa muda la estaban vendiendo de dos formas. Por un lado se la promocionaba como una película de terror producida en conjunto por Argentina y Uruguay (como si el sólo hecho de que acá se pueda hacer cine de terror ya fuera un elogio en sí). Por el otro, nos anticipaban el gran hallazgo de haber sido filmada con una sola cámara y en plano secuencia, o sea, sin cortes de ningún tipo (al estilo La soga de Hitchcock, que como todos saben tiene varios cortes). Uno entiende que en estos últimos tiempos el género de terror hizo del marketing y el misterio sus mejores armas para captar la atención del público (pregúntenle sino a los productores de Actividad paranormal), pero la verdad la conocemos todos: con saber vender tu proyecto no alcanza si no tenés una película que banque semejante promoción.
Ojo, durante la primera parte de La casa muda la cosa no viene mal. Vemos a una chica y a su padre ingresando a una casa desvencijada y sin luz en medio del campo. Con una cámara en mano se sigue el trayecto de ella sin abandonarlo nunca. Hasta ese momento los climas generados por el director Gustavo Hernández nos prometen la tensión de que en cualquier momento puede pasar algo aterrador, pero también hay cosas que empiezan a hacer ruido: ¿por qué si todavía es de día a nadie se le ocurre abrir una ventana para que entre más luz en la casa? Pequeños detalles como estos, o el hecho de que la chica hable con su padre susurrando cuando todavía no pasó nada terrorífico y no hay nadie que pueda escucharlos, nos hace pensar que el realizador partió de una idea clara para encarar la historia (utilizar la oscuridad y el fuera de campo visual y sonoro como herramientas para generar miedo) pero que no supo crear una estructura sólida para rodear esa idea. Esto da como resultado un film que llega a tener, por momentos, los climas de tensión deseados, pero sin lograr llevar la historia más allá de eso. Y para colmo, hacia el final se reserva una vuelta de tuerca que quien haya visto un par de películas recientes del género sabrá adivinar enseguida (¡ejem, Alta tensión, ejem!). En cuanto a la tan publicitada “filmación con una sola cámara”, si bien es cierto que la película contiene varios planos secuencia de larga duración, es tal la oscuridad de la imagen que uno puede llegar a creer que el efecto haya podido falsearse en ciertos pasajes. Lo que nos deja La casa muda como conclusión es que los actuales directores de cine de terror prefieren inspirarse más en El proyecto Blair Witch que en el cine de John Carpenter o de Wes Craven. Y eso sí es algo que mete mucho miedo.