Un cuento hecho realidad
Llega de la mano de Kenneth Branagh, director de la versión no animada del cuento que hizo soñar a todas las generaciones.
Estamos en una época cinematográfica en la cual todos aquellos cuentos que, en algún momento, Disney nos trajo en dibujos animados son filmados con personas reales y en versiones (como la de los hermanos Grimm, realista en algunos segmentos, o en experiencias que hacen que la malvada de “La Bella Durmiente” se convierta en la pobre Maléfica).
Es por ello que esta versión de La Cenicienta, con todo el romanticismo, la emoción, la alegría y también la angustia, viaja del dibujo al personaje real. La factura del trabajo es tan buena que el producto provoca verdadero placer. Más aún cuando se nota la mano de su director, quien imprime en esta versión una atmósfera shakesperiana. Branagh logra que la disfruten espectadores de todas las edades.
La historia es archiconocida, por lo cual no la vamos a desarrollar. Presenta, obviamente, algunos giros como para adaptarla al publico y la cinematografía de hoy, pero lo que realmente no se puede dejar de ver son sus grandes actuaciones.
El actor inglés se funde con su personaje en la atmósfera lograda por el magistral toque de Branagh.
Como no podía ser de otra manera, sobresalen por su papel la joven Lily James, como la Cenicienta, y la siempre maravillosa y efectiva Cate Blanchett, como la Madrastra.
Además de los nombrados, le dan realce al conjunto los trabajos de otros grandes talentos como Sir Derek Jacobi, Stellan Skarsgård, o la inefable Helena Bonham-Carter.
“La Cenicienta” es una gran película, para chicos y para que los grandes que los lleven al cine esta vez también disfruten.