La reedición de un clásico con toda pompa y boato
Readaptación de la película animada de Disney de 1950, ahora con actores reales, "La Cenicienta" renueva el cuento de hadas para generaciones más exigentes.
¿Qué niña --pequeña, joven o adulta-- no ha soñado alguna vez con un vestido azul majestuoso y calzarse zapatos de cristal?
El cuento de La Cenicienta --como otros tantos de hadas-- determinaron los juegos y hasta los deseos más reales y profundos de generaciones de mujeres, en especial, desde que Disney tomó los relatos de Charles Perrault y de los Hermanos Grimm para su serie animada que fue desde fines de la década del 1930 hasta nuestros días, con una estética y guiones que se fueron adaptando a los cambios generacionales.
La Cenicienta, estrenada en febrero de 1950, enfocaba en una protagonista bondadosa, valiente e inteligente, aunque un poco menos naif que la dulce Blancanieves de la película de 1938.
La Cenicienta, 65 años más joven, la que acaba de estrenar en el país, es una reedición de aquella cinta, que mantiene la estructura básica del guión, pero le agrega en detalles según las demandas actuales de argumento y narración.
En ese sentido, no quedan dudas de que esta película competirá en la próxima edición de los premios Oscar en varios de los rubros técnicos, comenzando por el vestuario, el maquillaje y peinados, efectos, cinematografía y diseño de producción.
En cuanto al elenco, el director británico Kenneth Branagh se encargó de obtener un reparto principal de actores de su mismo origen, a excepción de la australiana Cate Blanchett.
Logró de este modo que las interpretaciones tuvieran el sesgo de distinción europea y bastante de los dramas clásicos de Shakespeare que él supo interpretar en los teatros londinenses y llevar al cine.
Lily James (Lady Rose MacClare en el drama de época Downton Abbey) le pone frescura y picardía a su encarnadura de Ella, la jovencita bien educada y reducida a servidumbre por su madrastra y hermanastras que terminan por apodarla Cinder-Ella.
"Sé valiente y bondadosa ", le había legado su madre a punto de morir, segura de que esas virtudes le salvarían a la chica varios obstáculos y traerían algo de magia a su vida. Y la chica obedeció por convicción, nunca estupidez.
Su contrapunto, la madrastra, toma el cuerpo e impronta de Blanchett, una actriz refinada y de carácter que jerarquiza la escena.
Helena Bonham Carter --una favorita de Branagh-- tiene una breve aunque graciosa participación como el Hada Madrina y un fabuloso trabajo como narradora que, lamentablemente, no es factible apreciar en las copias dobladas al español.
Richard Madden tiene una mirada azul y sonrisa perfectas, ideales para enamorar a Ella y a la platea femenina que desea calzar sus zapatos.