Cenicienta: mucho ruido y pocos cambios
“Cenicienta”, el clásico film animado de Walt Disney, vuelve a los cines en versión carne y hueso con una puesta en escena que hará emocionar a grandes y chicos por igual. El encargado de su traslado al mundo humano es Kenneth Branagh, a quien podría adjudicársele un Oscar solo por su labor adaptando historias clásicas al cine.
La trama arranca cuando Ella es tan solo una niña y somos testigos de la excelente relación que tiene con sus padres (Hayley Atwell y Ben Chaplin) y de la bondad y encanto que la rodean. Inevitablemente el destino comienza a jugarle una mala pasada cuando su madre cae gravemente enferma y posteriormente muere. Tanto Ella (Lily James) como su padre quedan destrozados por la pérdida pero, años después, Ella volverá a formar una familia junto con la nueva esposa de su progenitor (la brillante Cate Blanchett) y sus dos hermanastras. La incipiente muerte de su adorado padre deja a Ella en manos de su madrastra y hermanastras, quienes harán lo posible para hacer de su vida un tormento.
Así, sin desviarse ni un minuto de lo que ya conocemos, la historia continúa su clásico rumbo aunque es interesante ver como la trama intenta desarrollar un poco más la historia de amor entre Ella y el joven príncipe Kit (encarnado por un encantador Richard Madden).
Lo interesante de esta versión no reside en la historia en sí, ya que Brannagh es un gran conservador de los relatos tal como sus creadores los concibieron (en este caso se toma como punto de partida el film animado, no el cuento original), sino en la descomunal producción y en el minucioso detalle presente desde que empieza hasta que termina el film.
En casi todos los momentos de su historia podemos ver a Ella vistiendo alguna prenda en la gama de los azules o celestes, color que luego será utilizado en su ya mítico vestido para el baile. La madrastra malvada Lady Tremaine, quién hace su majestuosa aparición acarreando a su gato Lucifer de una correa (lo que podría interpretarse como una clara metáfora de cómo luego intentará manejar la vida de Ella), también destila maldad y elegancia con cada paso. Por su parte, las insufribles hermanastras, tal como en la versión animada, lucen ridículos vestidos que hacen juego entre sí e incluso, los únicos amigos de Ella, los simpáticos ratoncitos, tienen su desarrollo en un CGI delicado que ayuda a mezclar la fantasía con el mundo real de manera sútil y brindando el apoyo necesario a nuestra protagonista durante la historia.
Las locaciones, el diseño de producción y vestuario son realmente majestuosos y son parte fundamental del éxito de esta adaptación. El elenco lleva a la perfección cada uno de los roles asignados y aportan un toque de frescura a la ya conocidísima historia.
Tal como lo aclaramos al principio, este film de Branagh es la adaptación calcada del film animado de Disney, no hay grandes vueltas de tuerca ni diálogos fuera de lugar. La consigna es simple: el traslado de un cuento de hadas brillante (literal y metafóricamente hablando) que embelesará tanto al público que recién se topa con esta historia como a aquellos que crecimos con él.