Valiente y bondadosa
Mucho más fiel al relato original, esta versión es un lujo visual para que las chicas se queden con la boca abierta.
“Sé valiente y bondadosa” le dice su madre a Ella, en su lecho de muerte. La versión de La Cenicienta que dirigió Kenneth Branagh es mucho más fiel al relato original, que tenía su parte de cuento de hadas, con carroza zapallesca, sí, pero también sus partes más oscuras. Como que la madrastra le ordenaba rebanarse el dedo gordo a una de las hermanastras, y a la otra cortarse el talón para que les calzaran en el zapatito de cristal.
Disney está revisionando sus clásicos animados, poniéndolos más a la altura del siglo XXI. Esta Cenicienta no es como Maléfica, que contaba La bella durmiente desde el punto de vista de la malvada y le daba una explicación cuasi freudiana. No, Branagh es mucho más tradicionalista, y aunque hay algún apunte trágico, un conflicto que se arrastra desde la niñez y poco más, toda la superproducción apunta al embelesamiento de las niñas, principales destinatarias de la película.
Branagh, que de historias shakespeareanas sabe mucho, optó por ceñirse al relato original, y darle mucho lujo visual. Por eso el diseño de producción de Dante Ferretti, el vestuario de Sandy Powell y una catarata de efectos visuales para que las transformaciones de la noche soñada (carroza, caballos, pajes, etc., etc.) deje suspirando y con la boca abierta llena de pochoclo a las más chicas.
Como la trama es la misma, vayamos a las actuaciones. Si Lily James viene de la serie Downton Abbey, y el príncipe es encarnado por el escocés Richard Madden (que estuvo en Game of Thrones), la apuesta grande es por la Madrastra. Que en la piel, rictus y la gestualidad de Cate Blanchett es una malvada que va sumando y pagando sus maledicencias en cuotas.
El guión le permite a la actriz de Blue Jasmine construir un personaje con cierto -no mucho, indispensable- background. Los chicos la odiarán, lo cual no es más que motivo de orgullo para la gran intérprete, que sabe cómo lucir los lujosos vestuarios a su disposición.
Tal vez Ella es un tanto anticuada para los tiempos que corren. ¿Cuántas chicas, hoy, dejarían su cuarto para vivir en un sucio altillo, y se humillarían como ella? Los personajes femeninos modelo Siglo XXI pueden ser abnegados, pero Cenicienta es pura como el agua, y brilla como el zapatito de cristal Swarovski que se calza en la pantalla. Un éxito.