Conocer las distintas culturas abre puertas para una mejor convivencia
Hemos remarcado varias veces la importancia de los documentales y por carácter transitivo la existencia de documentalistas, que por suerte en nuestro país abundan, se agrupan para cobrar más fuerza a la hora de difundir sus trabajos. El presente es injusto con la distribución y exhibición de este material y los cánones culturales hacen que poco público entienda que se puede hacer un lugar para los “Mininos”, y otro para intentar descubrir diferentes propuestas, máxime si la tecnología y la inquietud de los responsables de las mismas posibilitan retroceder en el tiempo. Andar el camino de vuelta para entender con cuanto y con cuantos podemos convivir.
“La ceremonia” centra su razón de ser en registrar un rito de esos que se ven mucho en la ficción. Cualquiera que recuerde la secuencia inicial de “300” (Zack Snyder, 2004) tendrá en la memoria el ritual que Leónidas vivía para pasar de la niñez a la adultez. Lo tiraban al bosque y si sobrevivía a las inclemencias del tiempo, la falta de comida y abrigo, y a un terrible lobo, el pibe podía volver tranquilo y orgulloso a Esparta y convertirse en guerrero. Si sacamos todo el efectismo y nos trasladamos a la comunidad de los Yshir en el Chaco Paraguayo veremos qué tan cierta es la existencia de estos rituales y qué tan profunda es su significancia.
Así entonces, la dirección de Darío Arcella “acompaña” a jefes, madres, padres, y fundamentalmente a los hijos, para mostrarnos cómo éstos son guiados hacia un monte en el cual, luego de permanecer allí un tiempo, se fortalecerá para siempre la mancomunión con la naturaleza (aprendiendo el respeto y el agradecimiento hacia ella), el espíritu de convivencia (y por qué no de equipo), y la pérdida o asimilación de los temores. La percusión y los cantos van metiendo una suerte de trance místico que sólo puede ser apreciado con conciencia ancestral. El espectador es invitado a una muestra cabal de la diferencia de valores entre las sociedades. Una escala que dan ganas de experimentar.
Se aprecia y agradece el sonido directo de Martín García Serventi como también la pericia especial en la dirección de fotografía de Osvaldo Decurnex quien inteligentemente hace que su cámara esquive las “quemazones” de luz natural de exteriores como si los recorridos hubiesen sido ensayados previamente. El otro de los aciertos es la paciencia de la compaginación: Dailos Batista Suárez confía en su decisión de cortar lo menos posible el metraje para lograr la mayor naturalidad posible, y se adivina cierta desazón al tener que hacerlo y dejar material afuera, pero de esta manera el acercamiento a la realidad se vive con mayor pureza.
Mario Blaser, catedrático de múltiples universidades y especialista de notables conocimientos, pone su investigación antropológica al servicio de los detalles y probablemente haya sido una gran pieza del engranaje, porque esta película fue realizada por un equipo que merece solidificarse para los próximos proyectos.
Acaso conocer bien las distintas culturas de nuestro planeta pueda ser una puerta para una mejor convivencia. Si esta utopía fuese practicable, películas como “La ceremonia” son la llave.