Dicen que el pasado siempre está sucediendo. Esto quiere decir que todo lo que hemos vivido permanece en nosotros, de uno u otro modo.
Es el tercer largometraje de Franco Verdoia, pero el primero que dirige y escribe solo. Coproducido entre Argentina y Brasil, originalmente el film se iba a llamar «Tras la sierra», pero, debido al argumento, «La Chancha» representaba el corazón de la producción, el contexto donde se desarrolla y lo que simboliza en cuanto a la «suciedad», el valor y la fuerza. El elenco está integrado por Esteban Meloni, Gabriel Goity, Raquel Karro, Gladys Florimonte y Rodrigo Silveira. Un drama psicológico que tiene cierto carácter biográfico, filmado en La Cumbre (Córdoba) y cuya temática parte desde una herida profunda.
En medio de unas vacaciones familiares, Pablo vive un inesperado reencuentro que actualiza un trauma de su niñez. Confrontado con la ironía de la casualidad, inicia un perturbador retorno a los paisajes de su infancia, arrastrando en su proceso a su compañera Raquel y a su hijo Joáo. Pablo decide permanecer allí, recuperando un vínculo pasado para enmendar un recuerdo que condicionó toda su vida.
¿Qué tipo de huellas deja un evento traumático de la niñez? ¿De qué forma ese suceso puede activarse en el presente? Un trauma que conduce la historia del protagonista mediante el reencuentro con el pasado, generando mucho daño donde deberá superar, aceptar y dejar ir.
Mediante una narración correcta logra un clima absorbente, tenso y angustiante, viviendo a la par la evolución del personaje protagonista a través de las diferentes emociones potentes que residen en Pablo (Meloni) y que afloran de una forma arrebatada con aquel funesto episodio que creía olvidado, el cual vuelve a instalarse y actualiza algo que continua presente.
Se aborda algo que muchas personas han sufrido y sufren. Los victimarios son personas que, a veces, uno nunca se hubiese imaginado. Lamentablemente, hay veces donde no le creen al niño o a la persona que es abusada. Y es necesario visibilizar este tipo de historias, las cuales permanecen acechando a los seres más vulnerables.
Una dirección y fotografía excelentes, planos ejecutados de forma admirable, potenciando el relato junto a unas escenas en slow motion que erizan la piel. Sin necesidad de excederse en cuestión de flashbacks, se sabe lo que se quiere contar. Esteban Meloni se encuentra roto, frágil, perturbado y remendado, la fluidez emocional que emana su personaje al borde de la cornisa es hipnótico. Por su parte, Gabriel Goity es analítico, pausado, envolvente e inquietante. Ambos actores están absolutamente comprometidos, cada uno en su papel, con precisión y solidez. De igual modo, Gladys Florimonte interpreta un papel completamente diferente al que nos tiene acostumbrados. El escenario donde sucede el impactante enfrentamiento entre los protagonistas es el acertado, elevando la puesta en escena, así como la música elegida que apoya de forma adecuada la narración cinematográfica.
En síntesis, «La Chancha» es un drama intimista planteado con excelencia. Una historia de dolor, que toma forma a través de la mirada de un hombre ya adulto, que deberá hacer frente a aquellos demonios que aún hoy lo atormentan. Una cinta honesta, valiente e imprescindible.