Pablo (Esteban Meloni) viaja con Kelly (Raquel Karro), su esposa brasileña y con João (Rodrigo Silveira) el pequeño hijo de ésta, a las sierras de Córdoba, donde se alojan en un hostel no muy lejos del pueblo donde Pablo pasó su infancia. Lo que apuntaba a unas apacibles vacaciones familiares se ve turbado por el encuentro casual de Pablo con Miguel (Gabriel Goity), un viejo conocido de aquel pueblo. Este personaje, quien fue protagonista de hechos traumáticos de su infancia, se aloja en el mismo hostel junto a su esposa (Gladys Florimonte) y su presencia inquietante le devuelve a Pablo los peores recuerdos de su niñez y a un estado de amenaza e indefensión producto de aquella herida que nunca pudo elaborarse y ahora inesperadamente se reabre. Pablo intenta en principio ocultar a Kelly su estado y la causa del mismo pero la situación se le va yendo rápidamente de las manos abrumado por el miedo, la vergüenza y la rabia.
El director Franco Verdoia (aquí la entrevista junto a Esteban Miloni), en su primer largometraje en solitario después de dos largos co-dirigidos junto a Pablo Bardauil (Chile 672 y La vida después), cuenta una historia que según él mismo revela “es un relato biográfico y personal vuelto ficción”. Y lo que se percibe a lo largo del mismo es una experiencia visceral. El protagonista se encuentra sobrepasado y metido en una espiral de recuerdos dolorosos que lo asaltan y lo inundan. El espectador no accede directamente a esos recuerdos, no hay flashbacks al pasado y lo que sucedió en aquel entonces, cuando Miguel tenía 26 años y Pablo 8, no se llega a nombrar explícitamente hasta bien avanzado el film. Verdoia elige ir rodeándolo paulatinamente para darlo a entender de manera más sutil pero no por ello menos contundente ya que las pistas que se van dejando no dejan mucho lugar a dudas.
La chancha se trata de un drama personal y psicológico, pero también tiene en su forma elementos de thriller y film de suspenso. La escena donde Pablo sigue a su viejo victimario en medio de la noche juega con esos climas además de una atmósfera de pesadilla y momentos donde lo real se desdibuja y la experiencia del protagonista entra en un terreno que podría ser alucinatorio. En ese mismo sentido va la idea que va surgiendo en la mente de Pablo de una posible venganza que igualmente no tiene claro cómo ejecutar. Hay una tensión constante que el realizador sostiene y no suelta, una sensación de catástrofe inminente, de tormenta contenida a punto de estallar y desbordarse. Sensaciones que se trasladan al espectador tanto por parte de Pablo como de Miguel quien, a la distancia del tiempo transcurrido y ante su propia decadencia podemos verlo como un sujeto más patético que siniestro. El viejo monstruo es ahora un pobre tipo que ante el encuentro no puede ocultar tampoco su incomodidad y hasta su miedo.
Esta decisión en el film de presentar el tema en su complejidad, vale también para su protagonista. Porque aun cuando en el planteo inicial tenemos una clara evidencia de quién es la víctima y quién el victimario y es posible identificarse con Pablo, con su angustia y hasta su necesidad de ajustar cuentas, también es cierto que, a medida que el relato avanza, y Pablo va perdiendo cada vez más el control de sí mismo, uno como espectador se va extrañando por momentos de él. Y es que llegado a ese punto se trata finalmente de un relato sobre decisiones. Por parte de Miguel qué hacer con su responsabilidad, hacerse cargo o no cuando es confrontado con esta. Y por parte de Pablo se trata de qué hacer con aquello que parece sobrepasarlo, incluso con el odio con que inevitablemente carga. Dejarse arrastrar a sí mismo y quizás a su familia, perderse, o tratar de hacer otra cosa con ese dolor. Lo que el film deja planteado entonces es que se trata de elecciones complejas, a veces difíciles y con la historia en contra, pero posibles, acerca de lo que uno podría hacer de su vida, con sus recuerdos y también con su presente, y de cómo estas decisiones influyen también en quienes nos rodean.
LA CHANCHA
La chancha. Argentina, Brasil. 2019
Dirección: Franco Verdoia. Intérpretes: Esteban Meloni, Gabriel Goity, Raquel Karro, Gladys Florimonte, Rodrigo Silveira. Guión: Franco Verdoia. Fotografía: João Castelo Branco. Montaje: Lucas Cesario Pereira. Música:Leo Heinkin, Kiko Ferraz. Dirección de Arte: Cristina Nigro. Dirección de Sonido: Kiko Ferraz, Christian Vaisz. Producción: Felicitas Raffo, Andréia Kaláboa, Guto Pasko, Inés Moyano. Producción Ejecutiva: Pamela Livia Delgado, Amarildo Martins, Ines Moyano. Jefe de Producción: Estefanía Gulino. Duración: 97 minutos.