Este entrecruzamiento de literatura infantil (“Caperucita Roja”) con terror, (“El hombre lobo”), llevados al cine ya separados, juntos, hasta en animación, y agregándole pizcas del nuevo genero exageradamente sobrevalorado, como lo es la saga de amor entre humanos, vampiros, y hombres lobo de “Crepúsculo” (2008), ha llegado con este producto a tocar fondo.
Es increíble la cantidad de realizaciones que pueden reconocerse mientras se esta viendo la que nos convoca. Se podría decir que es casi lineal a “En compañía de lobos” (1984) de Neil Jordan, esto a partir de lo narrado, pasando por personajes robados a “Corazón de Dragón” (1996), es más, el personaje de Julie Christie (Gran madre) tiene el mismo final, hasta elementos de la irreverente “Corazón de Caballero” (2001), como ser una secuencia de baile en un pueblito en la edad media donde la música es típica del siglo XXI, entre otras cosas.
Y si todavía no se convenció de no elegirla, me extiendo en los detalles.
Primero, y para no ser injustos, lo bueno, la dirección de arte es lo mejor del filme, la recreación del ambiente donde se desarrolla el relato es casi impecable, salvo algunos detalles que romperían con el verosímil temporal del mismo, también la fotografía entra en esta categoría, incluyendo la iluminación, conformando un trío con el diseño de vestuario, que da cuenta de una estética de muy buena propuesta. Pero el paupérrimo guión, que casi brilla por la inconsistencia de los diálogos, la infortunada construcción de los personajes y los clisés forzados da por tierra con lo anteriormente halagado.
La historia de amor entre una joven agraciada, Valerie (Amanda Seyfried), quien desde pequeña tiene su corazón puesto en Peter (Shiloh Fernandez), un pobre leñador, se ve en peligro de concreción ya que sus padres Cesaire (Billy Burke) y Suzette (Virginia Madsen) han planificado la boda de su bella hija con el primogénito de una familia acaudalada del vecindario. Por lo que de buenas a primera Henry (Max Irons) pasa a ser el malo de la película, o de la historia de los enamorados, y por ende el antagonista, pero no por mucho tiempo. Sabemos, por la promoción y la publicidad, que se trata de una producción de terror, entonces, ante la inminente huida de la pareja de enamorados el pueblo sufre el ataque de un hombre lobo.
El relato se quiebra. Ahora lo importante es encontrar a la bestia, para eso llega al pueblo, convocado por el joven Padre Augusto (Lukas Haas), el Padre Solomon (Gary Oldman), mezcla de Van Helsing, Torquemada y Shane. Quien somete a los pobladores a un sinfín de torturas con el sólo fin de encontrar a su peor enemigo.
Todo es tan vulgar, chabacano, repetido, que lo único que pasa a tener un poco de interés es descubrir quién es el hombre que en las noches de luna llena se transforma en lobo, o en republicano según diría Woody Allen.
Pero el suspenso no se sostiene, ya que es por demás previsible, al igual que lo es la historia de amor.
La enumeración de los actores no es ingenua, esto da cuenta del nivel de producción de la que estamos hablando, incluyendo a su directora, Catherine Hardwicke, igualmente responsable primera del mamarracho de “Crepúsculo”.