Se estima que los primeros relatos de Caperucita Roja nacieron en el siglo 14 en Europa, como una tradición folclórica que se narraba de manera oral entre las familias.
El escritor Charles Perrault fue el pionero en incluir esta vieja leyenda en un libro de cuentos en 1697.
En las primeras versiones, que eran mucho más sangrientas, Caperucita terminaba comiendo la carne descuartizada de la abuelita. La historia, que era bastante aterradora, había nacido con el propósito de aleccionar a las niñas para que no entablaran contactos con desconocidos.
En 1800 el escritor Ludwig Tiek escribió una versión más sangrienta todavía con elementos eróticos que se tituló “Vida y muerte de la pequeña Caperucita Roja: Una tragedia”.
Entonces aparecieron los hermanos Grimm y en 1812 cambiaron la historia tomando elementos de los laburos de Perrault y Tiek pero con la particularidad que incluyeron un final más feliz, que es la versión que todos conocimos en la infancia.
A lo que voy con este repaso histórico es que si existía una leyenda grandiosa para jugar en el cine con los géneros del terror y la fantasía era esta!
La chica de la capa roja, que se anunciaba como una propuesta con potencial, que iba a trabajar este clásico en la pantalla grande con un enfoque más oscuro resultó una decepción.
Por las primeras imágenes que se habían conocido uno podía esperar ver algo del estilo de Blanca Nieves: Un cuento de terror, un muy buen film con Sigourney Weaver que recreó la historia de este personaje a través del género de horror hace unos años.
No es el caso de este estreno.
El gran problema de esta producción es que estuvo totalmente influenciada por la nefasta saga de Crepúsculo, esa gangrena inmunda que desde hace un tiempo carcome los géneros de fantasía y romance.
En lugar de vampiros acá tenemos al famoso lobo y el interés romántico de Amanda Seyfried es una mala copia del personaje de Edward Cullen.
Siloh Fernandez, el actor que interpreta ese rol inclusive luce un peinado similar al de Robert Pattinson.
Por lo menos se podrían haber preocupado por incluir en la trama al personaje del “estilista de la aldea” por que es ridículo que en el contexto de la historia un flaco de la Edad Media se viera de esa manera.
Una vez más quedó demostrada la incompetencia absoluta de la directora Catherine Hardwicke para trabajar el género de fantasía. Realmente su labor es horrible.
No tiene la más pálida idea de cómo narrar la historia con suspenso y las secuencias de acción son paupérrimas. Tampoco ayuda que la trama transcurra en el Era Medieval y los personajes se expresen como en series actuales de televisión estilo Gossip Girl.
Por otra parte, los castillos y poblados realizados por computadora son una vergüenza. En la actualidad existen videos juegos que presentan paisajes muchos más realistas que esta producción que lleva la firma del estudio Warner.
Uno recuerda lo que hizo el director Neil Jordan con esta leyenda en ese peliculón que fue En compañía de los lobos y te dan ganas de llorar al ver esto, porque es una muestra contundente de la mediocridad que existe en Hollywood por estos días.
Inclusive el desquiciado film animado La verdadera historia de Caperucita Roja, presentaba un guión con más cerebro que este trabajo de la realizadora Hardwicke.
Un bodrio para el olvido que solo puede ser recomendado por las seguidoras de Justin Bieber.