Existe un consenso general en cuanto a que las remakes nunca pueden igualar o superar a los filmes originales y eso ocurre en el mejor de los casos, cuando no se las denosta simplemente por ser eso, remakes. En esto mucho tiene que ver el abuso que ha hecho Hollywood durante la última década y es comprensible, sin embargo, lo grave de esta situación es que películas como “La chica del dragón tatuado” puedan llegar a caer en la misma bolsa que el resto. Creo que una reversión de un film debe agregarle algo novedoso a lo ya visto y la increíble historia contada por David Fincher logra exactamente eso. La trama es oscura, intensa y atrapante, pero por sobre todo logra hacernos olvidar por completo que pasamos dos horas y media dentro de una sala de cine.
La película arranca con todo mostrándonos una de las mejores secuencias de títulos que vi en mucho tiempo acompañada con un cover de Immigrant Song, de Led Zeppelin, para luego dar lugar a la historia. La reputación y credibilidad del periodista sueco Mikael Blomkvist (Daniel Craig) se ve afectada luego de perder un juicio por calumnias e injurias contra una gran compañía. Endeudado y en su peor momento profesional, Mikael recibe el llamado de Henrik Vanger (Christopher Plummer), el moribundo presidente del imperio Vagner, quien lo contrata bajo el falso pretexto de escribir sus memorias. Lo que Henrik pretende en realidad es que Mikael investigue la desaparición de su querida sobrina Harriet, que desapareció hace 40 años sin dejar rastro, y le ofrece una considerable suma de dinero para que encuentre al asesino.
Mientras Mikael comienza a examinar el caso, vemos que en Estocolmo hace su aparición la brillante y peligrosa hacker Lisbeth Salander (Rooney Mara). Lisbeth y Mikael no tienen relación durante el primer acto salvo por el chequeo de antecedentes que realiza la hacker pedido por el abogado de Vanger. Es así que Mikael comienza a relacionarse con el despreciable grupo que compone la familia Vanger al mismo tiempo que Lisbeth debe lidiar con el sádico Nils Bjurman (Yorick van Wageningen), su nuevo guardián legal, con quien protagoniza una de las escenas más desagradables de la película. Recién en el segundo acto del film Mikael recluta a Lisbeth para que lo ayude a “atrapar a un asesino de mujeres”, algo a lo que ella no puede resistirse debido a su historial de abusos por parte de ciertos hombres en su vida.
La violencia contra las mujeres es un subtexto omnipresente a través de la historia y encuentra en Lisbeth Salander a su mayor vengadora. Si bien Rooney Mara sufrió una transformación impresionante y su personaje utiliza cierta estética como piercings, ropa dark y un extraño corte, su sola presencia y arrolladora personalidad son los elementos que hacen que el personaje funcione, después de todo, ella es la heroína de la historia. Lisbeth es un personaje muy fuerte, pero Mara también deja entrever su lado más vulnerable y hasta tierno con ciertos gestos y comentarios que no se vieron en la versión original. Daniel Craig también ofrece una sólida actuación con un Mikael Blomkvist que si bien no es tan llamativo como su compañera, a quien por momentos le cede cierto protagonismo. En cuanto a los roles secundarios el que sobresale es el gran Christopher Plummer, que como siempre ofrece una buena interpretación por más pequeño que sea su tiempo en pantalla. Por último, también cabe destacar la increíble banda de sonido compuesta por Trent Reznor and Atticus Ross, una música ambiental (y por momentos oscura) que persiste durante casi toda la película y por la que probablemente reciban una nominación al Oscar.
Realmente pocas remakes pueden ostentar estar a la altura de las originales y La chica del dragón tatuado lo logra a fuerza de grandes interpretaciones, un gran director y una historia intensa. David Fincher le agrega su interesante mirada a una historia que muchos conocen y aún así consigue atraparnos, porque no importa si uno ya conoce el final, lo importante es como te lo cuenten.