La leyenda de la indomable
En la adaptación del primer libro de “Milennium”, el eje está en los personajes.
El fenómeno que produjo la saga de tres libros Milennium -empezando por Los hombres que no amaban a las mujeres - se entiende a partir de esa creación llamada Lisbeth Salander (aquí encarnada por Rooney Mara). Digamos que la investigación de la extraña desaparición de una mujer en una familia empresaria sueca, si bien es intrigante, no es suficiente para transformar un libro en un éxito multimillonario. Y David Fincher entendió a la perfección que el “caso” es similar a algún episodio de una serie de TV en el que hay un asunto policial que resolver, pero lo importante son los personajes que lo animan semana a semana. En este caso, Salander y Mikael Blomkvist.
Es que ella es bastante particular. Además de su look punk, esta chica silenciosa, entre agresiva y tímida, obsesiva y con impredecibles irrupciones de violencia, es capaz de hacer magia con los dedos en una computadora y resulta una investigadora a la que no conviene tener en contra. Blomkvist, el periodista al que Salander investiga cuando lo condenan por acusar sin pruebas a un corrupto empresario, acepta el llamado de otro empresario (Vanger, rival del anterior, encarnado por Christopher Plummer), que le hace una oferta que no puede rechazar: si Blomkvist escribe la historia de su familia y descifra la desaparición de su sobrina en los años ‘60 -que lo sigue acechando hasta hoy- él le entregará datos que podrán incriminar a su archirrival. Blomkvist y Salander se unirán para trabajar en el caso. Y esa unión tendrá implicancias que no imaginan.
Pero más allá del misterio Vanger, lo que moviliza y atrapa de la historia, filmada por Fincher de una manera mucho más ágil, dinámica y oscura que en la rutinaria película sueca que se hizo antes, es entrometerse en las vidas de Lisbeth y Mikael. Ella es una chica a la que su tutor legal (lo tiene por ser “mentalmente inestable”) acosa y abusa sexualmente y que tiene relaciones con personas de ambos sexos sin parecer importarle demasiado su vida personal. Blomkvist (Daniel Craig) tiene un affaire con su socia en la revista Milennium (Robin Wright Penn), quien sigue casada pese a que la relación que los une ya lleva años.
Los dos llegan a esa helada isla más que a resolver un misterio a tratar de encontrar respuestas sobre sí mismos, o alguna salida de los entuertos en los que están metidos. Esa unión de dos seres que son fuertes en lo profesional y aparentemente frágiles en lo personal es el corazón de la historia, algo que Fincher entendió a la perfección. El caso requiere una atención excesiva (las familias suecas son muy numerosas, como lo saben si vieron filmes de Bergman), pero es lo que motoriza la acción. Tratar de atrapar, como dice Blomkvist, a “un asesino de mujeres”, es un asunto que a él atrae desde lo moral y a ella, desde las entrañas.
La chica del dragón tatuado es un relato intenso, una trama intrigante y con personajes complejos, de lo mejorcito que se puede esperar en este tipo de adaptaciones de best-sellers. Es cierto, también, que uno espera que Fincher tome desafíos mayores (después de Red social ya está consagrado como uno de los directores más importantes de Hollywood en actividad) que una remake o una adaptación de un libro exitoso.
Tal vez sea parte de la mecánica hollywoodense (“si me financian Red social les hago La chica del dragón tatuado ”, podría haber sido la negociación), o realmente una historia que lo apasionó (ya ha hecho varios thrillers con toques similares, de Pecados capitales a Zodíaco ), pero lo cierto es que Fincher deja en claro que entendió el material y logró sacarle el máximo jugo posible, incluyendo unos cambios y vueltas de tuerca interesantes sobre el final. Ahora hay que esperar que los que dirijan las próximas no arruinen una potencialmente sólida trilogía.