El lado más oscuro del policial
El reconocido director David Fincher está tras el mando de esta adaptación de la primera entrega de la trilogía Millenium. Daniel Craig y Rooney Mara protagonizan una trama de asesinato, intrigas, violencia y humor negro.
Entre los fanáticos de la trilogía Millennium, los rabiosos conocedores de los tres libracos de Stieg Larsson y los seguidores de David Fincher las discusiones y polémicas estarán a la orden del día. Si los films de origen nórdico merecían o no esta primera remake que adapta el texto inicial (Los hombres que no amaban a las mujeres), si la hacker bisexual punk que encarna Rooney Mara está a la altura de Noomi Rapace, si Daniel “James Bond” Craig tiene la presencia del sueco Michael Nyqvist, si La chica del dragón tatuado es un film personal o de encargo del prestigioso Fincher, si esto o lo otro. Por esos motivos, las comparaciones serán odiosas, pero en este caso bienvenidas, ya que tratándose de un film del riñón de la industria estadounidense, que muy de vez en cuando autoriza un espacio de discusión, el último opus del director de Alien 3, El club de la pelea, Pecados capitales, Zodíaco (su mejor película) y Red social tiene sus méritos propios. Importantes y personales méritos.
La historia se parece bastante a la inicial de la trilogía sueca y el paisaje –referencial, intransferible– se respeta en la versión de Fincher. También las características esenciales del dúo central; por un lado, Michael Blomkvist (Craig) con la misión de desentrañar una muerte de hace cuatro décadas dentro de una poderosa familia sueca, y por el otro, la vengadora y espía informática Lisbeth Salander (Mara), custodiada por el Estado y de complejo pasado reciente que incluye una cruel violación. La pareja ideal, entonces, para que Fincher construya dos relatos en paralelo que por momentos colisionan entre sí, y en otros, no encuentran una perfecta fusión. Es que a Fincher le interesa más la particular relación entre Blomkvist y Lisbeth que escarbar en las miserias y atrocidades de la familia Vagner (entre ellos, el veterano Christopher Plummer) que llegan hasta rememorar los años del nazismo en el poder. Sin embargo, pese a la extensa duración del film, la narración fluye sin inconvenientes, mostrando algunos cadáveres destripados (al estilo Pecados capitales), un par de persecuciones que no agobian (como en otros estrenos recientes) y una atmósfera enrarecida que convive junto al paisaje gélido junto un tono mórbido y sombrío totalmente justificado. Con un pétreo y funcional Craig y una atractiva y maliciosa Rooney Mara, seductora pese a que mete miedo desde su primera aparición, con algún lugar para el humor negro y algunas escenas donde el montaje se antepone a la fluidez narrativa, La chica del dragón tatuado se impone como una película donde el estilo del director está presente en cada una de sus escenas: desmesurado y sutil, enfático y de perfil bajo, sucio y desprolijo por momentos, elegante y corrosivo al mismo tiempo. Mucho más que un encargo algo menos que una gran película.