¡No hay nada más lindo que la familia unida!
Cuando Stieg Larsson murió, en 2004, tenía tres libros terminados y sin publicar. Decía que era la Trilogía Millennium, y que era solo el principio de una serie de libros mucho más grande. Un infarto terminó con su vida y con el futuro de la saga, pero no por eso la saga iba a terminar allí también, junto con él. Es más, en un mundo necrófilo, en donde los artistas muertos venden más que los vivos, una obra de estas características no tiene más que futuro, y eso es lo que pasó.
Primero llegaron las adaptaciones suecas de la saga y, un par de años más tarde, la primera entrega de esta trilogía cae en manos de David Fincher, que vuelve a meterse en el oscuro mundo de los asesinos seriales para contar la historia que habla de política, corrupción, ética y, sobre todo, de hombres que odian a las mujeres.
Mikael Bloomkvist (Daniel Craig) es uno de los dueños de Millennium, una revista política de mediana importancia en Suecia. Su nombre, de golpe, se ve en todas las portadas cuando el empresario Hans Erik Wennerström (Ulf Friberg) lo denuncia por una nota publicada en ese medio en donde lo acusaba de cometer gravísimos casos de corrupción sin demasiadas pruebas. Wennerström gana y Bloomkvist pierde su credibilidad como periodista, pero una especie de "trabajo" le cae del cielo: el viejo magnate sueco Henrik Vagner (Christopher Plummer) lo contrata para escribir sus memorias. O eso es lo que debe decir en público, porque el verdadero trabajo es investigar qué miembro de su familia asesinó a su sobrina, Harriet Vagner, en la década del '60. A partír de allí, Blomkvist abre las puertas de una saga familiar en donde la oscuridad y la vileza son moneda común.
Por otro lado, conocemos a Lisbeth Salander (Rooney Mara), una investigadora privada cuyos servicios fueron solicitados por Vagner para investigar a Bloomkvist y ver si le convenía o no contratarlo. El problema va a ser cuando el periodista se entere, y en lugar de largar todo e irse salga a buscar a esta prestigiosa hacker sociópata para que le de una mano en su caso.
Con una fuerte crítica social (la violencia contra la mujer es uno de los ejes de la película) y con imágenes fuertes y difíciles de olvidar (y no para bien), La chica del dragón tatuado es una clásica obra sobre asesinos de David Fincher. Su mano se ve en prácticamente todas las escenas y, por supuesto, esto no está para nada mal. Rooney Mara es la estrella de la película (al igual que en la original sueca, que disparó a la fama a Noomi Rapace) y Daniel Craig se convierte en un excelente patiño, aunque de él sea el protagónico "oficial".
Hay dos cosas destacables dentro de esta película: la primera es la secuencia de títulos, un videoclip con superproducción dirigido por el mismísimo Fincher, y la otra (sin ir más lejos) es el score, creado por los ganadores del Oscar Trent Reznor y Atticus Ross. Los paisajes grises y blancos de Suecia parecen mezclarse con los turbios y oscuros sonidos de fondo, creando un ambiente algo claustrofóbico, ideal para mantenerse al vilo en esta caza del gato y el ratón.
En definitiva, La chica del dragón tatuado es una historia oscura llena de personajes facilmente odiables, en donde la sutileza no tiene lugar, y en donde el odio llega a niveles tan altos que hasta se podría oler en la sala de cine. Si les gustan las películas emocionales, que despiertan pasiones internas y dan ganas de gritar a la pantalla, ésta es la que tienen que ver.