El toque Fincher
La remake norteamericana, en manos de David Fincher, de Los hombres que no amaban a las mujeres - Millennium 1 (Män som hatar kvinnor, 2009), ahora bajo el título La chica del dragón tatuado (The Girl with the Dragon Tattoo, 2011), no varía demasiado a su predecesora, salvo por el ritmo y el personalísimo estilo característico del director de Zodíaco (Zodiac, 2007) y Red Social (The Social Network, 2010).
La historia, adaptación del primer tomo de la trilogía del malogrado escritor sueco Stieg Larsson, se centra por un lado en Mikael Blomkvist, el periodista de la revista Millennium, interpretado por Daniel Craig, quién cometió un error que puso en jaque su prestigiosa carrera. Por el otro lado tenemos a Lisbeth Salander, ahora en manos de Rooney Mara, una joven de 23 años, pupila del estado, cuya mayor virtud es la de hackear información. Mikael Blomkvist es contratado por un magnate sueco, con el compromiso de darle una información que limpiará su carrera, para investigar la desaparición de su nieta cuarenta años atrás. Ante la imposibilidad de llegar a un resultado satisfactorio también entrará en escena el personaje de Lisbeth para facilitar la resolución del caso.
La chica del dragón tatuado se erige sobre dos pilares introductorios para así poder llevar adelante una saga de tres ejemplares, que posiblemente y dependiendo del éxito se convierta en tres películas. Cada uno de esos pilares está sostenido por cada uno de los dos protagonistas. Lisbeth se nos presenta como una joven rebelde, lesbiana y dark, con un pasado (y presente) de abusos y maltratos, pero con una inteligencia superior a la de cualquier mortal. Mientras la historia de Mikael Blomkvist funciona a partir de como sus errores lo llevarán en cierto punto a su propia reivindicación pública. Ambos personajes, provenientes de mundos y situaciones diferentes, sostendrán ambas historias que en un punto determinado se unificarán para ser solo una y así dejar un final abierto.
David Fincher es un director experimentado a la hora de cocinar un buen thriller y adobarlo con los condimentos necesarios. Es cierto que La chica del dragón tatuado no está a la altura de Pecados Capitales (Seven, 1995) o El club de la pelea (Fight Club, 1999), pero también esto puede ser por la falta del factor sorpresa. Sí uno como espectador vio las versiones originales no encontrará demasiadas diferencias, más allá del ritmo narrativo (mucho menos moroso) o de esa impronta fincheana a la hora de filmar escenas de acción con más psicología que despliegue visual.
Decir que La chica del dragón tatuado no es una gran película sería faltar a la verdad. Tiene todo lo que debe tener y lo que uno como espectador espera de éste tipo de films Le falta sorpresa, pero eso se debe sólo porque uno tiene muy en mente a la original. De lo contrario todo estaría demasiado bien.