La música es triste y algo tenebrosa: no escuchamos ni siquiera el rugido del león de MGM. Lo primero que vemos es un paneo de una isla, cubierta por la nieve. Oímos la charla entre dos hombres, ambos igual de frustrados. Lo que queda al descubierto es una planta en un marco: el mensaje del asesino de Harriet Vanger, que ha estado enviando esas postales durante cuarenta años al tío de la desaparecida. Comienza el tema de Karen O. (un cover de The Inmigrant Song, de Led Zeppelin) que parece una mezcla entre una película de Fincher y una de Bond, y desde ese momento la película nunca se detiene. Esa quizás sea la única queja plausible.
La novela de Stieg Larsson, Los Hombres Que No Amaban A Las Mujeres, retrataba la historia de un periodista en decadencia que debía investigar la desaparición de una jovencita hace 40 años (asesinato, según su tío Henrik Vanger). Como las buenas novelas de Raymond Chandler, la investigación policial es intrigante pero más aún los personajes: desde el propio periodista hasta la familia Vanger. Como el patriarca anuncia al investigador: «Estarás investigando a ladrones, matones, miserables: la colección más detestable de gente que puedas encontrar. Mi familia.». Hay violaciones, asesinatos, neo-nazis y otras cosas que hacen decididamente de esto una historia para adultos.
Este repertorio de seres desquiciado y principalmente, la coprotagonista, Lisbeth Salander (Rooney Mara) encajan perfectamente en el universo de David Fincher. Al director de El Club de la Pelea, Zodíaco y Red Social, siempre le interesaron aquellos excluidos -bien por decisión propia o ajena- de la sociedad. Esa gente, sí, antisocial y menospreciada que termina superando los obstáculos en el camino. No tomen esto como un clisé sino como una suerte de prueba de superación que los mismos personajes se imponen (no importa si es moralmente condenable o no). Todos los personajes aquí parecen encerrar una suerte de génesis de la maldad, pero la clave está en ver qué hacen con eso.
Ahora bien, siempre las películas de Fincher son algo truculentas y las historias esconden otro significado. En La Chica del Dragón Tatuado lo más interesante es la película romántica escondida en la investigación policial. Mikael Blomkvist (Daniel Craig) y Lisbeth Salander son una peculiar y atípica pareja. Ella es una hacker con una estética punk y una actitud bastante rebelde. Mara le da vida a un personaje para que no sea pura estética, logra conseguir que parezca una chica frágil y autosuficiente al mismo tiempo. Craig hace un trabajo tan bueno como el de ella: un tipo algo torpe, pero de buenas intenciones. Es como el 007 de Casino Royale, aquel que tropezaba con todos los obstáculos pero tenía una fuerza de voluntad avasalladora.
Sí, están todos los elementos presentes que hacen a Fincher unos de los autores (aunque no escriba sus propios guiones) más interesantes del cine norteamericano. Este film noir cuenta con todo el equipo técnico que lo acompañó en Red Social y las ideas aquí son igual de interesantes. El problema acaso es que esta es una historia que merece un poco más de tiempo (la película dura dos horas y cuarenta minutos, que nunca se resienten). Se nota que Fincher aceleró las secuencias, como hace en todos sus films, algo que en estas historias de detectives es a la vez un acierto y una contra. Por un lado tenemos menos tiempo para reflexionar sobre lo que hay en pantalla. Por otro lado, los diálogos, las situaciones y los climas pasan con más fugacidad.
Jeff Cronenweth es el director de fotografía. En estas islas el clima gélido y las casas son, perdonen el lugar común, personajes. El diseño de producción y la edición de sonido contribuyen a hacer más ricos a todos estos empresarios y los secretos que ocultan, presten especial atención al sonido del viento, sino. Hay dos viejos proverbios suecos que sintetizan no sólo la estética sino también la idea central. Uno de ellos es: «El mal será combatido con el mal» y el otro, más interesante reza «Lo que está oculto bajo la nieve se revela con el deshielo». No es casualidad, entonces, que a medida que la investigación avance la primavera también se acerque.