Denso melodrama mal disfrazado de historia policial
Vender esta película como un thriller es una flagrante publicidad engañosa. Basada en el best seller de Paula Hawkins, esto es cero suspenso, todo melodramón.
Copiando la estructura de la novela original, el director comienza el film con una secuencia de presentación para cada una de las tres mujeres unidas por un extraño nexo. Una es una alcohólica con la vida destruida, que todos los días toma un tren y ve por la ventana una casa donde una pareja parece tener una relación ideal. La principal protagonista, Emily Blunt, se obsesiona con la chica que ve por la ventana al punto de que cuando en una ocasión la ve besándose con otro hombre estalla en ira y se baja del tren con la intención de arengarla para que no arroje su vida por la borda. Pero el asunto es que muy cerca de esa casa está su viejo hogar, donde ahora su exmarido vive con su nueva esposa, la que completa el trío de mujeres. Y un bloqueo mental propio del alcoholismo sumado a la desaparición de la chica que la hizo enojar complica mucho las cosas.
Para empezar, la estructura narrativa es complicada de más, no sólo por dividir el relato entre las tres mujeres, sino también por abusar de los flashbacks que atrasan y entorpecen permanentemente la fluidez del relato, que de todas maneras resulta bastante obvio por más que se lo intente complejizar. Recién hacia la última media hora final la trama ofrece un giro interesante, pero como igual sigue resolviendo todo con flashbacks, la tensión brilla por su ausencia (y el insípido score de un poco inspirado Danny Elfman realmente no ayuda). Lo más rescatable de este denso melodrama mal disfrazado de policial es la actuación de Emily Blunt y algunas escenas eróticas con Haley Bennet, que interpreta a la chica desaparecida.