Un lamentable film donde la única esperanza podría ser que el libro en que se basa no caiga en tantos lugares comunes
Paula Hawkins escribió hace casi dos años “The Girl on the Train” traducida literalmente como “La chica del tren” y ocupando un lugar de privilegio en las principales librerías del país. Ahora llega al cine con idéntico título y en verdad dan ganas de leer el libro para ver si al menos en su versión literaria hay más sustancia.
Rachel, interpretada por Emily Blunt (“El diablo viste a la moda”) es una mujer divorciada y frustrada, además de alcohólica que diariamente viaja a Manhattan en el tren del título. Pasa por delante de la casa donde habitaba con su ex marido Tom (Justin Theroux), quien ha formado nueva pareja con la rubia Anna (Rebecca Ferguson) y con quien tiene una hija. Hay aún una tercera joven, Megan (Hayley Bennett, vista recientemente en “Los siete magníficos”), vecina quien hace de baby sitter de la nena del ex de Rachel.
Hasta que un día Rachel ve a través de la ventana del tren y en la terraza a Megan, en actitud sospechosa no con su celoso y posesivo marido Scott (Luke Evans) sino con Kamal (Edgar Ramirez, reciente actor en “Manos de piedra”), el psiquiatra de ella.
La desaparición de Megan transforma a la historia en un thriller donde hay más de un sospechoso pero al promediar las casi dos horas ya se vislumbra qué ha ocurrido. Es la oportunidad para que aparezca el personaje de la Detective Riley, que protagoniza Allison Janney y a quien se ha visto en un film anterior de Tate Taylor, muy superior al que ahora nos convoca. Nos referimos a “Historias cruzadas”/ “The Help” donde el tema central era el racismo en los Estados Unidos.
Habrá varias pistas, a menudo falsas, como las lagunas mentales del personaje central o el problema de su pareja con Tom al no poder quedar embarazada.
En el reparto se destacan como uno de los pocos hechos destacables las interpretaciones femeninas, inclusive una breve aparición de Lisa Kudrow como una amiga de la conflictuada Rachel. En cambio son penosas las actuaciones de los tres actores principales. El que peor parado sale es Justin Theroux pero no le van muy en saga los otros dos personajes masculinos.
La resolución, que según parece no es idéntica a la del libro, es elemental y en el balance es posible afirmar que el film en nada contribuye a la promoción actoral de ningunos de los intérpretes.