Aplauso extendido para los genios del departamento de marketing del estudio Universal en los Estados Unidos.
La manera en que lograron convencer a los espectadores a través de la campaña promocional con trailers y pósters que este era un estreno interesante es brillante.
En el avance de este estreno se vende una historia atrapante y hasta los fiches anunciaban que era la gran propuesta de suspenso del año.
Bueno, no es lo que vas a encontrar en el cine.
La chica del tren es una adaptación de la novela homoníma de Paula Hawkins que pretende emular de manera obvia la clase de thriller que brindó Perdida, de David Fincher.
Tal vez si los productores no hubiera estado tan preocupados en tratar de copia el tono de ese film esta producción hubiera sido un poco más interesante.
En un comienzo el trabajo del director Tate Taylor (Historias cruzadas) amaga con brindar un thriller psicológico que pretende evocar los viejos misterios de Alfred Hitchcock.
Sin embargo, el poco interés que despierta el personaje interpretado por Emily Blunt luego se desvanece por completo, cuando la película se convierte en un típico episodio de Melrose Place.
La diferencia es que este film ni siquiera es divertido de ver y la narración densa de Taylor no ayuda a conectarse con el conflicto.
La chica del tren comienza bien hasta que se enfoca en el terreno del melodrama trillado con un conflicto predecible que no termina de convencer.
Hubo un momento de esta película que pensé que iban a aparecer en la trama Michael Mancini y Amanda Woodward de Melrose Place, ya que los tres protagonistas de este relato tranquilamente podrían haber sido parte de la clásica serie de televisión de los ´90.
El film no llega ser completamente malo por la interpretación decente que brinda Emily Blunt, pero como "thriller pscológico" es un chiste que no se puede tomar en serio y te deja indiferente tras su conclusión.