Tate Taylor ("The help", nada menos), se pone al frente de una película de suspenso clásica, muy bien actuada y que es el vehículo ideal para ver la mejor versión de Emily Blunt a la fecha. Si bien el cast es sólido, ella descolla en su labor de alcóholica en una perfomance que si no llega a la nominación al Oscar, podría hasta ser injusta.
La historia aquí, es la de Rachel (Blunt), una mujer golpeada por la vida. Su marido, Tom (Justin Theroux), la dejó, se casó con otra mujer, Anna (Rebecca Ferguson) y encima, tuvo una hija al poco tiempo. Las circustancias que llevaron a esa desintegración parten justamente del intento de la pareja para conseguir un embarazo y el fracaso del único tratamiento in vitro que podían pagar.
La cuestión es que la separación, parece ser algo que Rachel no puede aceptar bien. Pasa sus días viajando en tren hacia Manhattan desde las afueras, y observando la vida de la gente rica en sus casas lindantes a las vías. En una de ellas en particular, verá a Negan (Haley Bennett), una joven que parece ser el símbolo de la felicidad. Tiene todo, al parecer un marido ardiente, Scott (Luke Evans), una casa hermosa y... bueno, el amor.
Rachel tiene problemas. Bebe y añora una vida que ya no tiene. Y fija su atención en Negan... además de acosar a Anna y a su ex, Tom, por razones que iremos descubriendo a lo largo de la cinta. Como ya deben imaginar, algo malo le pasará a Negan, y cuando la policía comience a tomar contacto con lo que sucede entre Rachel, Anna y dos masculinos fuertes (Tom, Scott y sumamos al grupo a Edgar Ramirez en el rol de psiquatra), la trama se espesará y enturbiará de tal manera que no sabremos quien está detrás del posible crimen.
Esta es una trama donde se respira incertidumbre, tensión, no exenta de una gran carga dramática, dado el conflicto que presente. No hay vidas ideales y hoy en día, estar casado y ser feliz parece ser más un anhelo que una realidad dentro del contexto de este encuadre.
Blunt hace un trabajo descomunal, poniendo el cuerpo de una manera increíble a un gran personaje. Pero cuidado, el cast no se queda atrás. Las otras dos mujeres aportan mucho (es una revelación Bennett de principio a fin) y los hombres tienen la dosis justa de fuerza y misterio que este tipo de películas necesita.
Nota también de aprobación para Allison Janney (gran comediante en otro rol aquí) y Lisa Kudrow que aportan secundarios ajustados, aunque con pocas líneas.
En definitiva, "The girl on the train" es una película potente, intensa y que logra compensar sus desniveles (que los tiene, sobre todo promediando el metraje) que se hace fuerte en la química de sus protagonistas. Ofrece un voltaje primario, y sin dudas, satisface al espectador exigente que busca un thriller completo y atractivo. Muy buena.