Acá hay un retroceso en cuanto a una figura de la protagonista, quien tintinea entre características muy marcadas de personaje. La primera: el típico justiciero de un comic; la segunda: en una James Bond femenina que tiene una misión para salvar al mundo y que se acuesta sin ataduras; y la tercera en un personaje más oscuro como a mi modo de ver, debería ser.
Claramente, la cobardía de los libretistas en NO elegir una de estas opciones -con el objetivo de abarcar a mayor público- tiran por tierra cualquier idea que le haga justicia al carácter formado en los renombrados libros del sueco Stieg Larsson.
El uruguayo Fede Álvarez supo engañar a los estudios para salirse de la métrica película de terror –que asombraba con gusto- y se adentra en un terreno donde no le saca provecho a la actriz de “The Crow” -de sobradas condiciones- para iluminarla en demasía, a tal punto de quitarle cualquier facción de rencor o resentimiento, el que –de por sí- podrían haber liberado al personaje como un torbellino.
Nikita –de Luc Besson- sigue siendo mi preferida, sino vean la primera entrega que hicieron los suecos.