Stieg Larsson murió en 2004 y sólo dejó terminados tres de los diez libros que planeaba para la saga Millennium. Pero el show debe continuar: otro escritor y periodista, David Lagercrantz, fue contratado para mantener la fábrica de best sellers abierta. El es el autor de dos nuevas novelas de este pilar del fenómeno del policial nórdico: la primera de ellas, La chica de la telaraña, es la que llega ahora en esta adaptación a cargo del uruguayo Fede Alvarez.
Así que Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist están de vuelta, con nuevas caras: las de Claire Foy (The Crown) y el sueco Sverrir Gudnason. Esta película deja de lado la trilogía sueca protagonizada por Noomi Rapace y es supuestamente una secuela de la versión estadounidense de La chica del dragón tatuado, de David Fincher. Pero hay apenas alguna que otra alusión a ese pasado: no es indispensable ningún conocimiento previo de la saga Millennium.
Aquí Blomkvist tiene un papel accesorio y el foco está puesto en Lisbeth. Se ahonda en su tormentoso pasado familiar, que parecía enterrado pero volverá a perseguirla en medio de un caso en torno a la recuperación de software bélico que podría poner en peligro la paz mundial.
¿Suena grandilocuente? Lo es. Para salvar al planeta, Lisbeth deja de ser una justiciera feminista para convertirse en una mezcla de Batman y Jason Bourne femenina. Todo consiste en contemplar el despliegue de sus súper poderes de hacker y ver qué nuevo artilugio electrónico utilizará para derrotar a los malhechores.
Alvarez lleva ya cinco años desarrollando su carrera en Estados Unidos, y venía de lucirse con su anterior película, No respires. Aquí tal vez lo perjudicó la búsqueda de una calificación apta para menores: la crudeza y la oscuridad características de la saga están diluidas. Hay suspenso, pero la acción les gana al misterio y al desarrollo de los personajes.
A cada paso, la película exige la suspensión de la incredulidad: no hay que reparar en las coincidencias, ni en que los suecos hablan entre sí en inglés. Tampoco en las veces en que –al estilo del Batman de Adam West- los villanos podrían liquidar a Lisbeth y, en cambio, optan por dar largos discursos como para que nuestra superheroína encuentre la manera de escabullirse. Y la saga continúe.