Está todo el día encerrada sola. Se duerme tarde, leyendo y escribiendo historias fantásticas, habitadas por monstruos que le habilita su abuelo librero. La mamá de Melién (Gina Mastronicola) está preocupada. La adolescente a su cargo ha desarrollado una especie de obsesión por la casa embrujada del barrio que dibuja en su cuaderno sin animarse a entrar. Y así, chocando contra la pared que le impide “encauzar” a su nena hacia carriles de una normalidad más tranquilizadora, la madre (Celina Font) asume las tensiones generacionales que le tocan atravesar.
La imaginación de Melién se mezclará con la realidad y las leyendas urbanas en torno a lo que pasó en esa casa cuando quede encerrada en ella. Con el aporte de secuencias animadas, y efectos especiales, el director Mariano Cattaneo (Una tumba para tres) desarrolla su cortometraje del mismo título dando espacio a otra estructura de tensiones, competencia y malicia: la de la escuela y sus personajes, compañeros de Melién.
Todo con un tono que remite a lo mágico y nos recuerda que se trata de un relato sobre (y dirigido a) adolescentes. Los dueños de esa edad en la que lo fantástico y lo cotidiano pueden cruzarse, cuando la imaginación infantil todavía no fue del todo domesticada y la identidad es un proceso en construcción.