La chica nueva es la ópera prima de Micaela Gonzalo, que escribió junto a Lucia Tebaldi, y fue nominada a Mejor Película en el Festival de Cine de Torino. Y está protagonizada por Mora Arenillas, Rafael Federman, Jimena Anganuzzi, la cara más conocida por su larga trayectoria en el cine independiente argentino, Luciano Cazaux y Laila Maltz, entre otros.
La historia se centra en Jimena (Arenillas), una joven que viaja a Río Grande para vivir con su medio hermano Mariano (Federman), que le consigue trabajo en una fábrica de ensamblaje de celulares. Y allí se suma a la lucha junto a sus compañeras para conservar los puestos de trabajo en el marco de una crisis económica.
En primer lugar es necesario destacar la estética neorrealista, filmando en esta ciudad fueguina para contar una problemática real, como es la de las fábricas tomadas por sus empleados, siendo este uno de los diversos temas que aborda, siempre desde el punto de vista de su protagonista. Pero el problema es que no es el único, sino que es uno entre otros tantos, entre los que se encuentra también una relación amorosa con Martina (Anganuzzi), que debido a su corta duración no se desarrolla con mayor profundidad. Pasando del primer acto al clímax de manera abrupta.
Así como tampoco funciona la fotografía, debido a un abuso de los primeros planos, que deja fuera de cuadro el contexto para privilegiar las expresiones de los personajes, en lugar de alternarlos de manera armónica. Sacando así un mayor provecho tanto de los planos secuencia realizados con cámara en mano, que, a pesar de la desprolijidad de algunas imágenes, le otorgan un dinamismo funcional a su estética.
En conclusión, La chica nueva es una película que no funciona, a pesar de su puesta en escena neorrealista, porque aborda demasiados temas en poco tiempo, sin profundizar en ninguno. Desaprovechando tanto una trama interesante como la posibilidad de mostrar un problema actual que afecta a una gran cantidad de trabajadores de nuestro país.