Una segunda parte a la altura de la primera con la misma eficacia en cuanto a lo narrativo, aunque con menos carga de tensión que su antecesora pero que nunca pierde el rumbo del policial para seguir desandando los vericuetos de una conspiración intrincada y apuntalar el crecimiento de su protagonista Lisbeth Salander, que deja plantada la semilla para una resolución interesante en la tercera y última parte.-