La chica salvaje es una buena historia de resiliencia y autosuperación que podríamos catalogar como feel-good movie pese al sufrimiento de su personaje principal. Nos encontramos con un film muy redondo, muy correcto, pero también muy previsible. Y eso hace que a la largo (puede que también en corto plazo) sea olvidable. Algo rico para consumir, pero nada nutritivo.
Si es que cabe una analogía gastronómica. Ahora bien, sin duda alguna el mayor atractivo de la película es la labor de Daisy Edgar-Jones, una actriz que viene en ascenso. Su rol aquí si será recordado por algunas personas y en poco tiempo cuando la vean en otros lugares, podrán decir “esa actriz es la de La chica salvaje”.
La puesta de Olivia Newman está muy bien. Es su segundo film y hace un buen laburo, pero nada impresionante como para resaltar. No mucho más para agregar sobre este drama. Es una buena película que cumple con creces sobre su premisa y ejecución.