Sin chispa y sin vida
Qué triste derrotero el de Alex de la Iglesia. Director fundamental del cine español de los años ’90 con films como Acción mutante y el Día de la Bestia, mantuvo el interés por su obra hasta La comunidad o crimen ferpecto. El presente lo encuentra con su segundo estreno comercial del año en las salas argentinas (luego de la reciente Las brujas), que en este caso se trata de su penúltimo largometraje y uno de los peores de su carrera.
Un creativo publicitario (José Mota) lleva dos años sin trabajo y, pese al apoyo irrestricto de su entusiasta y bella esposa (Salma Hayek), es un alma en pena, algo así como el estereotipo del español caído en desgracia. Tras una (otra) entrevista de trabajo fallida, sufre un improbable accidente (queda con su cráneo clavado al piso por una estaca de hierro en posición de crucifixión en medio de un anfiteatro), y pronto se convertirá en un freak, una víctima, un mesías y una estrella mediática del periodismo sensacionalista.
El problema central es que el film no es divertido, inteligente ni provocativo (y resulta incluso bastante conservador en su reivindicación de la familia como refugio ante los males de este mundo): se toma demasiado en serio para ser una mirada absurda y su crítica social (con la crisis económica de fondo) es siempre obvia, subrayada y hasta torpe. Otro paso en falso de un cineasta con talento y destreza narrativa, pero que desde hace bastante tiempo viene en picada. Esperemos recupere el ímpetu, la creatividad y la audacia de su primera época.